VIAJE EN BARCO POR EL AMAZONAS
Salimos de Manaos, y después de siete días de viaje en barco por el Amazonas de Brasil remontando el Río Solimões, llegamos a Tabatinga. El objetivo: llegar a la triple frontera para cruzar a pie de Brasil a Leticia, Colombia, y luego seguir hasta Iquitos, Perú, nuevamente en barco por el Río Amazonas del lado peruano. El deseo: recorrer el Amazonas, viajar de la forma en la que lo hacen los locales y relacionarnos con el entorno natural y cultural de la Amazonía.
Nos gustaba la idea de navegar durante siete días por el tiempo que íbamos a tener para poder escribir y contar todo los que nos iba a pasar. Con escasa señal de internet para trabajar online y con casi nulas distracciones a disposición, dormir, comer, leer y escribir iban a ser nuestras principales ocupaciones.
Lo otro que nos gustaba de viajar en barco durante siete días era que íbamos a poder atravesar y sentirnos parte de un lugar tan atrapante, misterioso y único en el mundo como la selva amazónica. Verla en diferentes momentos del día, desde diferentes ángulos, con diferentes cielos, con diferentes luces. Conocer sus momentos de calma y paz, como al amanecer, o sentir la bravura durante las tormentas. Navegar la intensidad de sus aguas. Espiar la densidad de su vegetación. Respirar el aire de sus pueblos.
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Como pocas veces durante los más de dos años que llevamos viajando nos propusimos escribir un diario de viaje en tiempo real. Lo que sigue es un compendio de sensaciones, sentimientos, pensamientos y ocurrencias escritos durante los siete días de viaje en barco por el Amazonas de Brasil de este a oeste.
- Día 1 – La salida y el reconocimiento
- Día 2 – Aceptación y acostumbramiento
- Día 3 – Casi igual que ayer
- Día 4 – Totalmente distinto a ayer
- Día 5 – Otro día más en el Amazonas de Brasil
- Día 6 – Empieza la nostalgia
- Día 7 – Fin del viaje en barco por el Amazonas
- Info – ¿Cómo hacer el viaje en barco por el Amazonas de Brasil?
- Info – Otras opciones de viaje en barco desde Manaos
Día 1: La salida y el reconocimiento
Thiago, nuestro anfitrión de Couchsurfing, nos dejó temprano en el puerto. Atrás quedaban días de calor y lluvia explorando Manaos, una ciudad en el medio de la selva. Compramos algunas provisiones de lujo como chocolates, galletas, un cable nuevo para cargar el celular y toallas húmedas (imprescindibles). Mochilas a cuestas y bolsas en las manos, entramos en la terminal de barcos. Pasamos el control de ingreso y luego de caminar hasta el muelle bajo la lluvia subimos a la embarcación bautizada Manoel Monteiro.
El barco sale al mediodía. Son las nueve de la mañana y ya tiene gente. Más del 50% del espacio está ocupado y todos los pasajeros ya están acomodados. Bueno… acomodados es una forma de decir. Es un espacio, de 100 metros de largo por 20 de ancho, exclusivo para los pasajeros de clase económica en el que tenemos que poner las hamacas. Eso es todo. Más que acomodados estamos desparramados. Con el paso de las horas se termina de llenar. Acá y así transcurrirán los próximos siete días en este viaje en barco por el Amazonas de Brasil.
Salimos puntuales a las 12 del mediodía, tal como nos habían dicho. De a poco nos despedimos de la última capital estatal que vamos a conocer en Brasil.
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También nos despedimos del Río Negro porque, 30 minutos después de salir, llegamos al Encuentro de las Aguas. El punto en donde el Río Negro y el Río Solimões se encuentran dando origen al Río Amazonas de Brasil (la aclaración se debe a que Perú y Colombia también tienen su Río Amazonas, que es el mismo pero en otro lugar). El 4G del celular nos permitió transmitir en vivo por Instagram; no hay registro aunque sí algunos testigos.
Ahora sí, ya estamos camino arriba, es decir contra la corriente. Por eso el viaje tarda siete días, estamos subiendo -podría decirse- hacia la cordillera.
Las hamacas las pusimos en el medio del salón, cerca de una toma de corriente para asegurarnos tener siempre el celular cargado y las computadoras disponibles para usar. Se vienen días de monotonía, así que es mejor estar preparados. No somos los únicos precavidos. Si bien no hay muchos enchufes, hay cables, alargues, extensores y adaptadores por todos lados. Nadie se va a quedar sin su electricidad personal.
No tenemos muchos vecinos porque el barco no está saturado de gente. Así que podríamos decir que tenemos un espacio personal considerado. No vamos a tener a nadie respirando en nuestras caras -y viceversa-; cada uno respeta el espacio del otro.
Hablando de espacios… el espacio de abajo de cada hamaca está destinado a los bártulos de cada uno; la palabra equipaje no aplica porque la gente viaja con todo: valijas, mochilas, bolsas, cajas, banquetas, plantas, comida, palanganas, parlantes, frazadas, ventiladores, baldes, heladeritas.
También se ocupa el espacio de arriba. Sobre los caños en los que se atan las hamacas también se cuelga ropa, cables, bolsas, mochilas, redes con frutas y todo lo que a uno se le ocurra.
Aunque el día está todo gris -como casi todos los días en temporada de lluvia en la Amazonía- el salón tiene mucho color gracias a la variedad de hamacas. Nosotros tenemos las baratas, las menos alegres: color gris con algunas tímidas líneas de colores. Las de niños son de tela de avión bien finitas, los que viajan seguido son los que tienen hamacas de telas fuertes con sogas gruesas, por eso es fácil reconocerlos.
Quizás salón no es la palabra adecuada para definir al lugar donde están las hamacas porque está totalmente abierto. Sin embargo, hay unos toldos azules enrollados que servirán de ventana en caso de tormenta. A los costados quedan libres los pasillos. Apenas un metro. Y sobre las barandas improvisaron unos bancos. Unas tablas que como mucho tienen 30 cm de ancho así que apenas uno se puede sentar. Aunque para variar de superficie y de posición es más que bienvenido el banco improvisado.
Leer es la distracción reinante del primer día. De Stephen King (Camu) a Gabriel García Márquez (yo) nos pasamos las horas de la tarde. Cada tanto conversamos de las novelas ya que por cuestiones de optimización siempre intercambiamos libros luego de terminados y estos dos ya fueron leídos por el otro.
La casualidad nos sorprendió al descubrir que muchos años antes que nosotros tuviéramos esta experiencia a bordo, García Márquez aparentemente ya había experimentado algo similar e inspiró uno de sus libros. El resultado de dicha inspiración fue la descripción del barco en que Florentino Arizza intentó olvidar a Fermina Daza en El Amor en los tiempos del Cólera: “Una sala de estar abierta sobre el río con barandales de madera bordada y pilares de hierro, donde colgaban de noche sus hamacas los pasajeros del montón”.
La escena resulta un poco diferente, pero nos gusta pensar que en algo parecido habrá viajado para imaginar cómo eran los barcos a finales del Siglo XIX.
A las 16.30 el montón de pasajeros va para el comedor. La cena está servida. ¿Perdón? Sí, la cena es entre las 16.30 y las 18. Dos francesas mochileras se indignan por el horario. Si europeas se molestan porque la cena es temprano es porque es muy temprano.
Nosotros también nos indignamos. Y con la indignación a cuestas nos clavamos dos platos de sopa multi-ingrediente de dudoso aspecto y mejor sabor a las 17.45, antes de que levanten toda la comida.
El post cena se nos hace largo. Después de ver una película en la computadora y cuando el hambre vuelve a llamar nos encaminamos a la primera dormida de este viaje en barco por el Amazonas a bordo del Manoel Monteiro. Bolsas de dormir, tapones para los oídos y antifaz contra la luz –que va a quedar prendida toda la noche- listos.
Día 2: Aceptación y acostumbramiento
Antes de las seis de la mañana empezaron los primeros murmullos. Recién estaba aclarando. El hostil llamado por altoparlantes a desayunar fue a las seis en punto. Hostil por el horario, pero también por la forma. Los altoparlantes generan un eco cuyo resultado son mensajes inentendibles que parecieran enviados por una voz desde el más allá que nos indica lo que tenemos que hacer. Algo así como un dios.
Y obvio que a Dios hay que hacerle caso; más con el hambre que teníamos. (No se olviden que nuestra última ingesta había sido el día anterior a las seis de la tarde.) Café con leche, cuscús, pan con queso y naranja apenas hicieron valer el madrugón.
Después del desayuno empiezan los dilemas. ¿Qué hacemos? Yo opto por sentarme en la hamaca a escribir. Camu está hablando con unos experimentados artesanos que despliegan su arte sentados en los bancos de los barandales. Ella marca tendencia porque al rato hay varias personas alrededor viendo a los artesanos trabajar.
En el piso/dormitorio –como lo apodamos- un grupo de señoras está sentado frente a la televisión ubicada en uno de los extremos, por suerte en el extremo opuesto a nuestro sector. En el piso de arriba hay un bar/buffet con tres mesas y unas 10 sillas. Un grupo de hombres mira la tele y otro grupo juega al póquer y llevan la cuenta con escarbadientes.
El perfil de pasajeros que hace el viaje en barco por el Amazonas de Brasil es así: familias numerosas, muchas mujeres, algunos hombres, bastantes ancianos. Con excepción de dos francesas y nosotros, dos argentinos, los pasajeros son locales. Lo sabemos porque hablan portugués y algunos lo que suponemos es una lengua indígena. La mayoría viaja hasta las poblaciones intermedias. Lo sabemos porque la pulsera de fiscalización es de otro color, lo que indica otro destino. De las rojas, como tenemos nosotros que vamos hasta Tabatinga, hay pocas.
A las 11 de la mañana Dios llamó a almorzar. Una hora después fuimos al comedor. Queremos comer lo más tarde posible pero tenemos que tener cuidado para no quedarnos sin comida. Somos los últimos, al igual que ayer e imaginamos que así será durante los próximos días.
El horario de la siesta de domingo es a partir de las 12.30. El ruido del motor más el de la vibración producto del motor suavizan el resto de los sonidos. Hay algún desubicado que escucha música sin auriculares mientras la mayoría duerme o descansa o simplemente está en la hamaca.
Aunque hay muchos nenes y bebés, apenas se sienten. Hay tres vecinitas a quienes casi ni les escuchamos la voz. Cada tanto alguno mete un llanto desconsolado pero al rato se tranquiliza.
Hay un tema muy complicado. Sabíamos que iba a ser complicado y que tarde o temprano íbamos a tener que enfrentar: el baño. Difícilmente una travesía de este tipo brinde sensaciones positivas vinculadas al baño. Lo que no imaginábamos es que a 24 horas de partir ya iba a ser un problema. Indefectiblemente en todos los baños hay mal olor. En algunos, además, los inodoros están tapados y los tachos de basura repletos. Entendemos pero no aceptamos la situación cuando nos dicen que limpian los baños solamente dos veces al día. El futuro nos preocupa.
Apareció el sol después de la siesta. No está todo celeste pero los verdes se ven de diferentes tonalidades, en el cielo se distinguen las nubes de lo que es cielo y el río tiene el reflejo del sol.
El paisaje es muy atractivo, pero desde el barco no se puede apreciar en toda su dimensión. Dan ganas de elevarse un poco para confirmar lo interminable de la selva y la suculencia de la columna de agua sobre la que estamos. Un dron, un helicóptero, un par de alas, todo eso nos vendría bien. Las vistas desde el llano saben a poco.
La vegetación cambia todo el tiempo: por momentos parece un simple bosque artificial, por otros es tan tupido que es imposible imaginarse que hay después de los primeros árboles. Por momentos es todo verde, hasta los troncos porque tienen plantas que los recubren. Por otros están todos los árboles secos o muertos por tanta agua; no sabemos. Hay zonas de pajonales y otras deforestadas para ganadería.
Se nota que es domingo. La gente que vive sobre la vera del río está en modo domingo: sentados bajo la sombra de algún árbol, pibes jugando al fútbol, los más pequeños correteando o chapoteando en el río. Todos miran al barco durante cada uno de los segundos que pasa delante de sus ojos.
Hay muchos árboles de açaí. Más temprano se acercó un bote y empezó a vender açaí líquido con farofa de mandioca. Los que compraron lo están revendiendo al resto de los pasajeros.
A la tarde cenamos. Todavía no atardeció y ya terminamos de comer.
Día 3: Casi igual que ayer
El día amaneció espectacular, apenas unas nubes brumosas manchan el celeste del cielo. El sol salió a nuestras espaldas y a las siete de la mañana ya se siente fuerte. Estamos trabajando en una mesa (escritorio) que encontramos cerca de un enchufe, debajo de la TV en donde las señoras ayer miraban la novela del horario principal en el canal O Globo.
Como nos queda cerca, pasamos a la cabina del capitán sin problemas. Parte del tiempo lo pasamos de un lado del otro sacando fotos. Los aparatos del “tablero de mando” dicen que la profundidad del río oscila entre los 13 y los 18 metros y la velocidad a 15 kilómetros por hora. ¡Por eso tardamos siete días en llegar!
El resto del tiempo en la cabina lo pasamos conversando con el capitán acerca del viaje en barco por el Amazonas de Brasil. Nos cuenta que son tres los timoneles -¿se dice así? – y que cada uno hace turno de seis horas mientras los otros descansan, que cuando el sentido es contrario a la corriente -como en este caso- se navega cerca de los márgenes pero que cuando es en sentido de la corriente van por el medio del río, que rara vez hay algún problema –menos mal por si me decía otra cosa le pedía bajar en ese momento-, que el río está muy alto, que se guían por GPS o radar y que no tiene ni idea a cuánta distancia nos queda hasta Tabatinga.
Cuando fuimos a almorzar casi no había comida. Apenas algo de arroz y feijão. Los “tempraneros”, es decir el 95% de los pasajeros, arrasaron con todo. A veces hay fila desde antes de que Dios nos invoque. Ahí nos preguntamos: ¿Qué tantas ganas de almorzar podés tener a las 10.45?
Nuestro plan de comer lo más tarde posible no nos está dando réditos. La responsable del viaje se apiadó de nosotros y ordenó que nos preparen un poco más de fideos. En definitiva, el servicio está pago y estamos yendo al comedor dentro del horario pautado, antes de las 12.
El sistema es autoservicio, por lo que nos rememora comedores escolares (o carcelarios, si nos basamos en las películas). El comedor es chico pero siempre sobra lugar porque la mayor parte de las personas prefiere comer en su espacio personal alrededor de la hamaca. Quizá sea porque no quieren dejar sus pertenencias…
Cuando se trata de una familia se arma una ronda en el piso y mamá o papá más alguno de los niños van a buscar la comida para todos en recipientes de plásticos. Si la persona es sola, come en la hamaca. Para esto pasa a la posición de sentada, para lo cual es necesario incorporar el torso y mandar la cola hacia atrás con las piernas cruzadas como indio. La otra opción es ponerse de costado y dejar colgando las piernas. Nosotros la mayoría de las veces comimos en el comedor y alguna vez en el escritorio.
En 30 minutos se nubló y empezó a diluviar. Refrescó un poco. Bajan los toldos azules para que no se inunde el salón, pero la lluvia insiste en pasar.
Pese a que nos entretuvimos trabajando todo el día, estamos algo hastiados. Los horarios de la comida, la incomodidad de los baños y, en menor medida la humedad, son los principales responsables de esa sensación.
La vida en un viaje en barco por el Amazonas es monótona por eso entendemos la ansiedad que genera la proximidad del horario de la comida y las corridas hacia el comedor una vez que Dios anuncia la comida. Las comidas marcan el paso del tiempo.
En el mientras tanto hay que generarse actividades para que el tiempo pase. Los mayores son los que más contemplan el paisaje, en general porque no tienen celular o, si tienen, no son inteligentes. Se sientan en los bancos que dan a la baranda y… nada… miran. Salvo cuando llueve, porque hay que bajar los toldos y ahí todos vamos a las hamacas.
Una actividad que sale mucho es el jueguito de celular; Mariano tiene uno de fútbol llamado head soccer. Hablar con el vecino siempre es otra una opción, pero no siempre hay buena onda así que hay que ir viendo día a día. En general se juntan mujeres por un lado y hombres por el otro.
Los que tienen celular también recurren a los videos o películas que se habrán descargado en la ciudad. Algunos tienen computadoras por lo que también ven películas, fundamentalmente los que tienen niños para entretenerlos (Nosotros entramos en este grupo pero sin niños). Los pequeños cuando no duermen corretean alrededor del barco.
Escuchar música es otro hobby bastante popular -lo sabemos porque lo hacen sin auriculares-. La lectura es poco común: Mariano, la vecina de enfrente y yo.
La tele se prende al mediodía y a la tardecita y las televidentes son mujeres; las partidas de póquer las protagonizan los hombres. Si te aburrís de todo eso, podés dormir.
Uno de los pasatiempos que encontramos nosotros es mirar la selva. El barco siempre va cerca de alguno de los márgenes del río y eso hace que se pueda ver la selva a no más de 10 o 15 metros. Los 15 km por hora hacen que se pueda ver con mucha claridad y detalle. La ilusión es que aparezca algo desde adentro de la selva, un mono, un yacaré, un tigre, una anaconda, algo. Pero no. No aparece nada. El ruido constante del motor del barco seguramente reduce las posibilidades al mínimo. Igual no perdemos las esperanzas de que el Amazonas de Brasil nos sorprenda.
El río es como la gran autopista pero sin embotellamientos. También hay algo así como calles, que son canales paralelos navegables solo en época de lluvia.
Siempre se ven canoas o botes con motor en los márgenes del río; alguna que otra vez en el medio. Pescan o se trasladan hacia… no sabemos dónde. Cuando hay un paraguas abierto es que hay una mujer a bordo del bote, aunque no se la vea. Llueva o queme el sol. Los niños juegan en el agua.
Después están las comunidades: conjuntos de casas instalados a lo largo de todo el río; no sabemos con qué criterio. Las casas de las comunidades tienen las paredes de madera y el techo de hojas de algún tipo de palmera. Algunas casas están hechas sobre pilotes, otras flotan.
Día 4: Totalmente distinto a ayer
A la una de la mañana el barco hizo la primera parada del viaje. Estaba fresquito y con algo de viento. Bajaron mercadería y personas. Subieron mercadería y personas. Estuvo tres horas parado.
Tal vez la pausa en el sueño hizo que a la mañana siguiente nos quedáramos dormidos. Nos levantamos 7.15 y casi no llegamos al desayuno porque no escuchamos la voz de Dios. Para nuestra sorpresa había papaya y bolo (en Argentina le diríamos budín, en Chile le dirían queque). Desayuno premium comparado con el pan casi sin margarina de los días previos.
Volvimos a trabajar en nuestro escritorio. Mientras la mayoría está en sus hamacas, caminamos rápido hacia las únicas dos sillas que hay en el salón y nos apropiamos de ellas. Cuando los vecinos se dan cuenta que ahí vamos a pasar el resto del día, presentimos que no les gusta la idea. Lo lamentamos… poco. Camu escribe y yo edito videos.
Los niños que corretean cuando pasan se quedan unos segundos mirando las pantallas de las computadoras entretenidos con las imágenes que ven de lo que filmamos. La fascinación dura lo que dura la atención en los niños.
Cuando llegamos al comedor para el almuerzo nos habían guardado fideos y albóndigas especialmente para nosotros, porque ya se había terminado la comida en los grandes recipientes de aluminio. ¿Habremos ganado la batalla? Eso se verá al final. Por el momento definitivamente es el mejor día en términos gastronómicos.
Llevamos los platos al escritorio para no perder la mesa de trabajo. Nos recuerda a los viejos tiempos cuando trabajábamos en la oficina y comíamos en el mismo escritorio en el que trabajábamos y llenábamos todo el teclado de grasa. Solo son recuerdos: ahora el paisaje es la selva amazónica y no las paredes descascaradas de los edificios de enfrente.
La tarde nos encuentra nuevamente trabajando. Nuestro escritorio está, en realidad, de frente a una pared, por lo que la vista es un matafuegos y la televisión. La que está buena es la vista lateral. La baranda del barco está a unos tres metros a la izquierda, por lo que nuestra “ventana” da al Amazonas de Brasil.
En una pausa mental mientras miro por la “ventana” ocurre el milagro. Se confirma la regla, escrita no se sabe por quién, que dice que las cosas aparecen cuando uno no las busca o cuando menos las espera.
Yo no buscaba nada y lo vi. Apareció desde abajo del agua cerca de la costa. Mis ojos no entendían mucho pero lo que veían era un contundente y ancho delfín. Un delfín rosado. Un delfín de río. Perpendicular a la costa mostró medio cuerpo mientras buscaba aire para respirar. Nos paramos y corrimos hasta la baranda. Y volvió a salir. Y más adelante había otro. Y eso fue todo. Tan corto como intenso. Y nos dimos por satisfechos.
Acabamos de parar en Jutaí, un pueblo en medio del Amazonas. Camu bajó a ver qué pasa abajo cuando paramos. Abajo se encuentra con Alice, una de nuestras vecinas cercanas en el piso/dormitorio. Una de las que habla español porque es de Tabatinga, ciudad fronteriza con Colombia, y porque estudió en Bogotá. Mientras yo las miro desde la baranda Alice le dice “nos vamos a pasear”, agarra a Camu del brazo y se van. Al rato vuelven.
Bajé con la cámara al pueblo para ver con qué me encuentro que me motive a fotografiar. Veo cómo baja la mercadería del barco. Es un pasamanos. Hace mucho calor, acá –en tierra firme- no corre el viento como en el medio del río. La veo a Alice –nuestra vecina-, la saludo, me mira, me agarra del brazo y me dice “vamos a pasear”. “Vamos”, le digo y lo miro a Mariano que está apoyado en la baranda.
El puerto es una plataforma flotante que tiene unas tablas que hacen de puente para poder llegar a tierra firma. No dejo de pensar en todo lo que estoy transpirando y en las pocas ganas que voy a tener de bañarme en esos baños sauna con agua de río. Ya veré…
Alice pregunta dónde está el banco porque quiere ver si le depositaron la pensión. Le dicen que queda lejos, frente a la plaza principal, que para llegar se tiene que tomar una mototaxi. ¿Qué tan grande puede ser un pueblo en el medio del Amazonas de Brasil para que tenga plaza principal y que encima quede lejos? No lo se porque caminamos cuatro cuadras y dimos la vuelta.
En el camino recibo piropos, miradas y frases de las que me incomodan de parte de la mayoría de los hombres que pasan cerca. El calor y la incomodidad me hacen volver al barco.
La falta de movimiento del barco y la brisa que no se genera nos muestra la realidad en cuanto al clima. El calor y la humedad son agobiantes. De pronto se largó a diluviar. Nos asomamos para sentir el olor a lluvia y pequeñas gotas en la cara. El viento ahora es más frío.
Bajaron los toldos para que no entre agua al piso/dormitorio. Parece de noche. A nuestras espaldas se juntó un grupo de mujeres a ver la novela de O Globo. En un rato juega Brasil –por las eliminatorias al mundial de fútbol en Rusia- y nuestra esperanza es que digan el resultado del partido de Argentina que fue más temprano.
Abandonamos el puesto de trabajo y nos mudamos al piso/bar, lugar de los hombres y por lo tanto del fútbol. Durante el partido de Brasil, dicen cómo salió Argentina. Nuestra esperanza es que sea un chiste, pero no; Argentina efectivamente perdió 2-0 con Bolivia.
El espectáculo deportivo nos da ganas de comer un helado. El bar/quiosco nos satisface el deseo. Tiene pocas cosas y poca variedad, aunque tiene todo lo necesario: comestibles como fideos instantáneos y galletas, artículos de higiene como papel higiénico, toallitas femeninas y jabón, algo para los vicios como cigarrillos y helados, y bebidas frías como gaseosas y jugos.
Hace unos años prohibieron la venta de alcohol; por suerte porque brasileños y cervezas no es una buena combinación para convivir durante siete días en un barco.
En el entretiempo nos vamos a las hamacas y aunque son las nueve de la noche la mayoría duerme. Nos ponemos a mirar una película en la computadora para que nos agarre sueño como lo hicimos cada una de las noches anteriores en este viaje en barco por el Amazonas.
Día 5: Otro día más en el Amazonas de Brasil
Nos despertamos a las 5 AM cuando amarramos en Tonantins. Era de noche y con el murmullo y el ruido que había no pudimos seguir durmiendo. Cuando amaneció bajé a dar una vuelta por el pueblo para ver si conseguía señal de 3G o alguna forma de internet. Ya hace dos días que no tenemos señal. Nuestra línea telefónica es de la compañía Vivo y resulta que la única que tiene algo de señal de internet en el Amazonas de Brasil es Claro.
Una de las novedades que recibimos con la última señal que nos llegó fue un mail de un hostel de Colombia que nos invita a pasar unos días en Leticia. Necesitamos responder ese mail con nuestra fecha de llegada y necesitamos que en lo posible la respuesta sea antes de la fecha de llegada.
Volví sin suerte para el Manoel Monteiro después de caminar dos o tres cuadras por el pueblo que tenía más movimiento del que podía imaginar. Motos por todos lados le daban ruido y vida a Tonantins.
Acercándome al barco veo a Camu sentada en la baranda. Si hubiese podido, la situación daba para tocarle una serenata. Cuando me ve se sonrió y me hizo el “gesto a la brasilera” para avisarme que estaba la comida. Con la mano cerca de la boca flexionó reiteradamente todos los dedos de la mano excepto el pulgar como si se llevara algo a la boca. Para los argentinos ese gesto significa “vení para acá” pero en ese contexto entendí enseguida que el desayuno estaba listo. Y fui para allá. Pan con salchichas y café con leche fue el desayuno. Lo comimos con tanta energía que quedó demostrado que a esta altura del viaje ya estamos casi dispuestos a comer cualquier cosa en cualquier momento.
Mientras Mariano está abajo, me acerco a una chica que está con su bebé; me da curiosidad porque es muy chiquito –creo- y no me imagino a mi con un bebé de unos meses haciendo un viaje en barco por el Amazonas. Tiene cuatro meses, es la primera vez que se sube en barco y el nombre no se lo entendí (el de la chica tampoco). Están yendo por unos meses a São Paulo de Olivença donde viven sus papás, quienes aún no conocen a su nieto. Me pone contenta, no sé por qué.
Después de tres horas volvimos a navegar, definitivamente las paradas son lo que hacen largo el viaje y no solo andar contra la corriente. Después de tres horas volvimos a parar. Esta vez en Santo Antonio. Volví a bajar en busca del bien más preciado de cualquier nómada digital. Luego de preguntar a varias personas cómo podía hacer para conectarme a internet di con un peruano con chip de Claro que me compartió su señal. Estaba contento porque Perú le había ganado a Uruguay. Yo también, estaba a segundos de conectarme a internet. Sin embargo, si bien me pude conectar al teléfono del peruano, la señal de Claro se desvaneció y con ella la ilusión de contestar el mail al hostel de Leticia.
Hoy no fue Dios sino una de las cocineras quien nos llamó a almorzar. Le preocupaba que nos quedáramos sin comida. Suponemos que Dios solo habla cuando el barco está en movimiento y mientras esperábamos su llamado, el grupo de los “tempraneros” había dado su golpe. Por suerte la cocinera nos hizo el gesto típico y llegamos a tiempo.
El barco se va vaciando, en cada parada son más los que se bajan que los que suben. Ya hay demasiado espacio en el piso/dormitorio. Si tuviésemos sillas y mesa daría para armarse cada uno un living comedor. Ya hay confianza entre los pasajeros. Alice siempre tiene un comentario en español para hacernos. El profe de jiujitsu, que lo conocimos sacando fotos en la terraza, nos saluda cada vez que nos ve. Él va a escuchar una oferta de trabajo a São Paulo de Olivença y si le convence se quedará a ahí por un tiempo.
La convivencia en general es pacífica. Salvo por los desubicados de siempre (el que escucha música sin celular o que el pasa por entre las hamacas sacudiéndolas sin importar quien esté) el clima es tranquilo. Solo una vez se interrumpió la paz cuando un hombre y una mujer empezaron a discutir. No alcanzamos a entender porque el portugués enojado se escapa de nuestro entendimiento. Tuvo que venir el capitán para que hagan las paces.
Con nuestros vecinos cercanos siempre estamos pensando mejoras para las condiciones de electricidad de nuestra zona. La concatenación de adaptadores y alargues no siempre funciona bien, principalmente debido al peso de algunos cargadores que atentan con cualquier tendido aéreo.
Las condiciones del baño no mejoran, pero tenemos que convivir con ellas. Ayer me bañé yo. Hoy lo hizo Camu. El plan es distribuir las idas al baño de la mejor manera para tener que ir lo menos posible a hacer la mayor cantidad de cosas posibles y que el tiempo de sufrimiento sea poco.
Voy a sacar fotos desde el piso/bar mientras Marian edita videos en el escritorio. Voy hacia la baranda de estribor, ya que estamos navegando cerca de la costa de ese lado. La cámara de fotos llama la atención de un hombre joven que está al lado. Me pregunta si tenemos un canal de Youtube. Supongo que llegó a esa conclusión porque todos los días nos ponemos a filmar el atardecer con la GoPro y porque Mariano se la pasa editando videos.
Hablamos un poco sobre el blog y también de lo que vamos viendo. Me muestra los árboles y me va diciendo los nombres. El único que reconozco es el açaí. Me señala un árbol que tiene unas cosas colgando y me dice que, aunque parecen frutos, son los nidos de unos pájaros. Después me señala dos guacamayos volando.
Le pregunto hacia dónde va. Al lado está su novia –supongo- y me contestan que se están mudando un tiempo a São Paulo de Olivença. No pregunto más; no quiero incomodar y mi portuñol no alcanza para profundizar.
¿Y si hoy no cenamos? Me acaba de preguntar Camu…
Nos “rateamos” de la cena y aprovechamos la parada nocturna en Santo Antonio do Iça para bajar a comprar unas empanadas de queso que cenamos contemplando el barco desde la costanera felices a las 9 PM.
Cuando volvemos al barco, muchos ya están preparándose para dormir. La pose para dormir que más se ve es la de boca arriba, las piernas estiradas no totalmente hacia arriba sino un poco en diagonal para llegar a una posición cercana a los 170°.
Cuando las piernas las ponés hacia arriba, las rodillas quedan demasiados estiradas; casi tanto que parecen que las piernas se van a doblar hacia lado contrario y empieza a doler. Ahí es necesario poner las piernas flexionadas tipo indio.
Algunos intentan un improvisado boca abajo. A veces yo pruebo de costado, con las rodillas hacia la panza; una posición fetal muy auténtica porque me siento como en una bolsa.
Cualquiera sea la pose preferida, ninguna dura demasiado tiempo. Todos van cambiando de una a otra, prueban la que ven en el vecino. El tema -o problema- es que además de cama, la hamaca es silla, y mesa y banco y escritorio y mesada y mesita de luz.
Volvemos a navegar antes de la medianoche. Ahora con menos bichos en el barco, nos vamos a dormir.
Día 6: Se acerca el final
Volvimos a despertarnos al llegar a un pueblo, São Paulo de Olivença. Se supone que es la última parada antes de Tabatinga. Son las seis de la mañana y la mayoría de los pasajeros están despiertos y hablando como si fueran las 10 de la mañana. ¿Cómo hacen?
Durante la noche sufrimos un ataque violento. Con la impunidad digna de piratas profesionales un grupo incontable de mosquitos nos extrajo sangre a más no poder. Ronchas por todo el cuerpo nos demuestran que la aseveración que dice que navegando no hay mosquitos no sería tan cierta, aunque tardó varias noches en ponerse en duda.
Lo primero que hicimos cuando nos despertamos fue agarrar el celular para ver la señal. Lo mismo de siempre, para los usuarios de Vivo hay señal de teléfono, pero no de internet. Aprovechamos el amanecer para sacar unas fotos.
Viendo que el centro del pueblo no está cerca de donde amarró el barco descartamos la posibilidad de bajar a buscar internet. Como probablemente sea la última oportunidad de que alguien tenga conexión le pedimos a una chica si nos presta internet para poder mandar un mail. Solo accedió a enviar un WhatsApp a la gente del hostel en Leticia. Por ahora no respondieron pero seguramente vea nuestro mensaje en el transcurso del día. Eso nos relaja un poco en cuestiones de internet.
Ahora el día está espectacular. La tranquilidad del piso/dormitorio debido a la poca gente que queda nos hace sentir en un lugar de privilegio. Estamos en nuestras hamacas en un ambiente tranquilo viendo el río y el sol pegándole a los árboles de la isla que se encuentra en frente a Sao Paulo. Aprovechamos el momento de relax para leer, escuchar música y escribir.
Las paradas en los puertos se hacen cada vez más largas. En las últimas 24 horas estuvimos parados el mismo tiempo que navegando. Extrañamos la navegación sostenida de los primeros días.
Parece que la llegada del barco a cada puerto es un acontecimiento. No sólo se acercan los hombres que van a bajar todo tipo de mercadería sino también mujeres solas o con amigas o familias. Mientras los hombres transpiran bajo el sol haciendo pasamanos de paquetes y bolsas, el resto de los curiosos se esconde bajo alguna sombra y nos mira. Y nosotros a ellos. Mutuamente nos consideramos como extraños.
El correo llega en bolsas de arpillera. Un montoncito en cada bolsa preparada para llevar más de 100 kilos. Son más de seis bolsas usadas al 10% de su capacidad. De todas las mercaderías que se bajan en cada puerto el denominador común es la cerveza. También llegan cosas a personas particulares. Como a Doña María, por ejemplo. Parece que piensa refaccionar su baño porque hay una bacha para lavarse las manos y una mesada para apoyar la bacha. Quizá no lo vaya a refaccionar sino que va a tener uno por primera vez.
Lo de la parada de hoy ya se fue de las manos. Vamos siete horas. Como en ningún momento supimos cuánto tiempo vamos a estar no nos organizamos para ir al pueblo aunque sea a conocer. Mientras tanto ya desayunamos y almorzamos.
Recién preguntamos en cuánto volvemos a zarpar y nos dijeron en media hora. El principal problema de la falta de movimiento es el aire. El aire que no corre. Ir al baño es como entrar a un sauna. El saber amazónico popular dice que cuando el barco está parado no hay que ducharse. El agua de los baños es agua del río por lo que si está cerca de un pueblo es probable que tenga desechos cloacales. Por eso, ducharnos no es una opción frente al ensopamiento general.
El problema de los baños no es el calor que se tiene adentro ni la poca circulación de aire porque siempre están cerrados para que las puertas no golpeteen. Tampoco que el agua que corre en el inodoro sea la del río. Ni siquiera que el agua para darse un baño esté fría porque justamente es el agua del río. Mucho menos que haya que compartirlo con cientos de personas desconocidas -eso lo hacemos todo el tiempo-.
El problema es nuestro; nuestros parámetros para determinar que un baño está en condiciones -o no, como es el caso- para usarlo para lo que sea. Pienso que para muchas personas que están viajando, los baños del barco están en mejores condiciones del baño que pueden tener en sus casas.
La mayoría se baña una vez al día y se lava los dientes con el agua del río, cada mañana y cada noche. Yo me aguanto las ganas de ir al baño lo más que puedo y me cepillo los dientes con el agua potable. Después de bañarse, las mujeres se visten con ropa que yo usaría para ir a trabajar. Como hasta el momento me bañé dos veces en estos seis días, me cambié la ropa la misma cantidad de veces.
Tanta paquetería da resultado: una de las chicas que se cambia el vestuario dos veces al día está en su hamaca con las piernas entrelazadas con uno de los timoneles.
Un rato antes de salir nuevamente se levantó un viento renovador que obviamente se acentuó con el andar pesado del barco. Ahora llueve un poco y hay resolana.
Pasamos frente a una comunidad que vive sobre el agua. Las casas están todas construidas sobre pilotes aunque están lejos de la costa. Es como que el río no encontró un límite en esa parte. Hay varias canoas que desde la perspectiva que tenemos se ven muy chiquitas al igual que las personas que están ahí.
No se si es por la menor cantidad de gente, pero en las últimas 24 horas vengo escuchando más la música que cada persona decide compartir con quienes ocupamos el mismo piso/dormitorio. Aunque hay un cartel en el que solicitan por favor ser considerado con los compañeros de cuarto (¿?) y escuchar música con auriculares, no todos son muy respetuosos. Por suerte la mayoría sí.
La encargada del viaje nos acaba de decir que llegaremos a Tabatinga mañana a las seis de la mañana. A esa hora tendremos que bajar si o si porque la parada es solo para que bajen pasajeros. El barco tiene que seguir hasta Benjamin Constant.
Antes de la cena, es decir a las 16 hs, vamos al techo. Es una zona prohibida, pero queremos ver desde lo más alto posible la selva amazónica. Apenas son tres metros más desde el piso/bar así que la sensación no es la que esperamos. Sin planificarlo, por primera vez en siete días estamos sin decenas de personas a nuestro alrededor.
Hay un mástil y los botes salvavidas. No me voy a hacer la Rose y ponerme a hacer cálculos para ver si alcanzan para la cantidad de personas que viajamos. A simple vista son bastantes –aunque chicos- y en el barco cada vez hay menos gente, así que si llegamos a naufragar creo que vamos a estar bien. Además, navegamos cerca de la costa y los chalecos salvavidas que están enganchados entre los caños donde colgamos las hamacas seguro son un montón.
Estamos a punto de sacarnos una foto cual Rose y Jack en la punta del barco cuando nos interrumpe la encargada. Pensamos que nos va a remarcar que está prohibido estar ahí, pero nos invita a que conozcamos los camarotes.
En la proa del piso/bar están los camarotes: habitaciones de barco con baño privado y balcón particular. Parecen cómodos, de precio razonable, pero para personas con otro tipo de presupuesto; y tienen la desventaja de estar separados de “la gente”. Para nosotros la verdadera experiencia es viajar junto a los locales.
Vamos a la sala de TV, que abren cuando los camarotes están llenos de turistas, y desde ahí la encargada nos cuenta que las personas que vemos en las canoas en las orillas están cultivando mandioca y arroz pero que posiblemente se pierda la cosecha porque las plantaciones están inundadas, que la comunidad que estamos viendo en este momento es de peruanos, que el canal del río por el que estamos navegando en este momento es un atajo que suele ser una playa en época seca, que el clima está cambiando mucho en los últimos años y que ya no se sabe cuándo es época seca y cuando de lluvia.
Mientras tanto pasa una pareja de guacamayos gritando y volando de un árbol a otro. Y después aparece otra.
Ya nos habíamos acomodado a la vida a bordo cuando la travesía empieza a terminar. La nostalgia nos cayó toda junta. Tanta espera, tantas ilusiones, tanta ansiedad, tantos interrogantes acerca del viaje y de pronto ya está terminando. Ya estamos acostumbrados a las nostalgias viajeras (lo contamos un poco en Los viajeros y las nostalgias), pero no por eso no las sentimos.
Siempre decimos que la intensidad con la que sentimos las cosas al vivir de viaje es uno de los motivos para viajar y no parar de hacerlo. Bueno, acá está la intensidad, brotando por los poros. Miramos el último atardecer desde el barco con un gusto especial. Observamos todo para que no se nos escape ese momento que indefectiblemente se nos va a escapar de la vista pero volverá en forma de recuerdos, borrosos, confundidos; mezclados entre sí cada uno de los seis atardeceres que vivimos en este viaje en barco por el Amazonas.
Cuando clavamos la mirada en el horizonte es cuando tenemos la certidumbre, como diría García Márquez, que es la vida, más que la muerte, -e incluso que la Amazonía, agregamos- la que no tiene límites.
Día 7: Fin del viaje en barco por el Amazonas
Nos despertó Alice para avisarnos que estábamos llegando a Tabatinga. Eran las cuatro de la mañana. Casi zombis armamos la mochila, descolgamos las hamacas y dejamos el Manoel Monteiro.
Abajo nos juntamos con las francesas. Habíamos sido los únicos cuatro “turistas” de todo el viaje. Unos días antes Camu les había dicho que cuenten con nosotros para lo que necesiten. Como no hablan ni español ni portugués por momentos las veíamos medio aisladas. Un día les cuidamos las cosas para que bajen a visitar uno de los pueblos.
La noche antes de llegar nos preguntaron qué íbamos a hacer luego de bajar y quedamos en hacer la salida de Brasil y la entrada a Colombia juntos. Cuando bajamos del barco era muy de noche y un par de personas tímidamente nos ofrecieron taxi y hospedaje. Con uno nos quedamos charlando más y nos tiró algunos tips. Después nos sentamos en un bar que estaba cerrado hasta que amaneció. Todavía seguíamos dormidos.
El viaje en barco por el Amazonas de Brasil había terminado y, pese a nuestro estado somnoliento, podíamos sentir que se había terminado una de las mejores experiencias que tuvimos en nuestras vidas.
Como si eso fuera poco, además estábamos por dejar Brasil después de haberlo recorrido casi en su totalidad.
Mirá el video del viaje en barco por el Amazonas de Brasil
¿Cómo hacer el viaje en barco por el Amazonas de Brasil?
De Manaos a Tabatinga o de Tabatinga a Manaos
Esta gran experiencia de viaje en barco por el Amazonas de Brasil fue gracias a la compañía de navegación Manoel Monteiro. El tramo que hicimos fue de Manaos a Tabatinga, también se lo conoce como Manaos-Leticia. Leticia es una ciudad colombiana que está en la frontera con Tabatinga, Brasil, pero el barco no llega hasta ahí. Podés leer nuestra experiencia en Leticia, la selva amazónica colombiana.
El viaje duró siete días y seis noches. La duración puede variar en algunas horas, debido al tiempo de las paradas intermedias o al nivel del río. Nosotros llegamos muy temprano a la mañana del séptimo día –cuando Dios descansó-. Sabemos que en otros casos el barco llega cerca del mediodía. Los días de salida de este tramo desde Manaos son los sábados.
El costo del pasaje para este tramo es de 385 Reales por persona. Lo que se paga es el derecho a colgar una hamaca (que tiene que llevar el viajero) e incluye tres comidas diarias: desayuno, almuerzo y cena. Además, durante todo el viaje hay agua potable, fría y caliente, y café a disposición.
También está la posibilidad de viajar en camarote privado. Sale 1200 Reales la doble, matrimonial o cama litera.
El tramo inverso, Tabatinga-Manaos, dura en total cuatro días y tres noches. Sale los días miércoles. El costo es de 220R e incluye lo mismo. (Los precios son de marzo de 2017, para conocer los precios actualizados pueden consultar en el sitio web del puerto de Manaos)
La diferencia de tiempos y por ende de costos radica en que el tramo oeste-este se hace a favor de la corriente lo que hace que la velocidad de la embarcación sea considerablemente más rápida y sin mercadería para descargar.
Datos de contacto
- Nombre de la empresa: Manoel Monteiro
- Sitio web: http://www.mmonteironavegacao.com.br/
- Fanpage: https://www.facebook.com/navegacaomonteiro/
- Correo electrónico: [email protected]
- Teléfonos/Whatsapp: +55 92 99122-1591
Otras opciones de viaje en barco por el Amazonas desde Manaos
Si bien nosotros no las hicimos, existen otras opciones para hacer este tipo de viaje en barco por el amazonas saliendo desde Manaos. Al igual que Manaos-Tabatinga son viajes largos con características similares a las que contamos en esta nota. Estas opciones son:
Manaos – Belem
Es la opción ideal para los que vienen haciendo el recorrido por Sudamérica de oeste a este, al revés que lo hicimos nosotros. Desde Manaos, se navega por 4 o 5 días (depende de la corriente y la época del año) por el Río Amazonas hasta llegar a Belem, desde dónde se puede empezar a “bajar” y recorrer todo el nordeste Brasilero y sus espectaculares playas. Este trayecto en barco, desde Manaos a Belem lo podés reservar online desde acá.
Manaos – Santarem
Nosotros nos quedamos con las ganas de ir a Santarem, pero es un lugar que nos han recomendado varias veces. Desde Santarem, se accede al cada vez más famoso Alter Do Chao. Podés comprar este viaje, desde Manaos a Santarem, de forma online en este link.
Manaos – Anavilhanas
Anavilhanas es un archipiélago, el más grande de agua dulce del mundo, que se encuentra en el Río Negro. Son 3 o 4 días de navegación desde Manaos. Este viaje en barco, en su inicio, es el mismo que el que hicimos nosotros desde Manaos a Tabatinga. A diferencia de las otras opciones, es un paseo de ida y vuelta que finaliza nuevamente en Manaos. Si tenés varios días para adentrarte en el Amazonas, es una opción muy interesante. Podés reservar este tour de forma online desde acá.
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Si te gusta la selva, podés leer Amazonía brasileña para citadinos, donde describimos las típicas actividades que se pueden hacer desde Manaos para conocer la región del Amazonas.
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Si te gustó nuestro Diario de viaje en barco por el Amazonas de Brasil o simplemente querés compartir tus impresiones o hacernos una pregunta, nos encantaría que nos dejes un comentario.
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Emocionante…
Saludos desde Bolivia…!!!
BUENAS TARDES AMIGOS , ESTOY INTERESADO EN EL VIAJE POR LA AMAZONAS ,ME PODRIAN INFORMAR FECHAS LA IDEA ES UN VIAJE NO MENOR A 10 DIAS PARA PODER CONOCER VISITAR LA SELVA Y SUS HABITANTES .
SI PUEDEN EVIARME FECHAS Y COSTOS
SALUOD S
Hola. Con unos amigos nos gustaria hacer ese viaje en barco y llegar a la triple frontera. La idea es hacerlo de aca a unos 5 meses. (Septiembre. Octubre)
Donde vemos fechas de salidas y eso ? Queremos ya empezar a prepararnos. Equiparnos etc. Desde ya muchas gracias.
Oi boa noite
Eu quero viajar Pra Letícia Colômbia Voces podem me explicar em que Porto eu tenho que pegar o barco ???
Ele faz o viajem directo pra Letícia me explicam por favor?????
Aguardo sua resposta …!!!
Oi! Tudo certo? Tem que pegar barco en Manaus. O barco nau e direito. Tem muitas paradas ate Tabatinga. Cuando voce chega ali, tem que ir pra Leticia a pe. E perto. ¡Saludos!
Boa noite, eu acabei de fazer a viagem o ano passado e foi uma ótima experiência. Você tem que ir até Manaus e comprar uma passagen pra Tabatinga (a ultima cidade brasileira na fronteira com Perú e Colômbia). Preço:320 – 350 reais aprox. Duração: 7 dias em barco de carga devido as paradas. 3 dias em barco rápido (o preço é o dobro). Eu comprei no mesmo dia, duas horas antes do barco sair. As duas empresas que tem mais saidas são GM Oliveira e Monteiro. Quando chegarem na fronteira (Tabatinga) é só atravessar a pé pra chegar na Leticia.
Hola chicos, les agradezco por tomarse el tiempo y el trabajo de escribir la experiencia y además respondemos a los q tenemos dudas!
Soy de Buenos Aires, mí idea era hacer Iquitos – Manaus, saben cuánto dura?
Otra opción es Manaus-belem…
Cual les parece mejor opción?
Gracias!!
Hola, acabé de hacer el viaje de Manaus a Iquitos, dura 7 días en total debido a las paradas; sin embargo a la inversa es menos tiempo debido a que vas en la misma dirección que las aguas. En Iquitos debes tomar el ferry para llegar a Santa Rosa, ese viaje dura 10 horas; de ahí tomas un bote para atravesar a Tabatinga (ni media hora) y de ahí tomas el barco a Manaus. Total:5-6 días
Gracias chicos! Nosotros hicimos lo mismo que hizo Julio y en esos tiempos. Y también sabemos que a la inversa es más rápido. De Manaos a Belem no tenemos mucha referencia. Muchos nos hablaron de que Santarem y Alter do Chao son muy lindos y están a mitad de camino entre Manaos y Belem. Estamos en contacto. Abrazos
feliz noche!! estoy muy agradecido por la información suministrada, ademas es muy inspiradora su historia, tanto que me ha motivado a aventurarme también, amigo Julio, el costo del pasaje hasta Manaus en cuanto esta actualmente? y que dia sale el barco?
Hola buen día. Me pasarías info de como llegar a Iquitos y de ahí a Leticia y Manaus con una moto?
Gracias
Hola, no sabríamos indicarte como hacerlo en moto si es que es posible. Quizás algun lector pueda aportar algo. Gracias!
Hola Chicos tremendo hermosa experiencia hay q juntar mucha paciencia por lo q veo quiero hacer ese viaje pero desde Santarem hasta Tabatinga y luego desde Tabatinga hasta Puerto Asis voy en una camioneta q una vez q desembarque sigo camino a Cartagena y luego bajare por la costa Pacifica nuevamente hacia Argetina voy con dos d mis hijos una nena d 17 y un nene d 19, espero salga todo bien los felito amigosssss…. todo maravilloso
Hola Gustavo, es cierto que una dosis de paciencia siempre es bienvenida en estos casos, pero vale mucho la pena. Que bueno tu plan, nosotros estamos esperando una hija y ya nos imaginamos miles de viajes en familia. Ojalá que la pasen bárbaro. Abrazo
Gracias por tu respuesta… (quise seguir la cadena de comentarios pero no pude… )… estamos en campaña para dar el primer paso, que es el que más cuesta… allá vamos..!!!
ds
¡Que bueno! Esperamos novedades entonces 🙂
Que lindo que es viajar… tuve la suerte de hacer de manaos hasta porto vehlo… y entrar a bolivia por la selva… hermoso. Ahora estamos pensando hacer una vuelta con niños… de Manaos hasta Leticia y despues Iquitos… pero queremos llevar una camioneta… tenes datos donde pueda averiguar eso?
Un abrazo grande, y a seguir rodando….
Hola David, gracias por escribirnos. Te recomendamos contactar a la empresa Manoel Monteiro directamente. Todos los datos de contacto están en el posteo. Ellos seguro te pueden pasar toda la info para viajar con camioneta. Ellos hacen el recorrido Manaos- Tabatinga (Leticia). Tené en cuenta que después tenés que seguir a Iquitos, pero además, luego tenés que seguir por barco hasta Tarapoto, desde ahí si podés salir por tierra. Casi seguro que esos trayectos se pueden hacer con camioneta en los barcos, pero no tenemos info precisa. Éxitos y ojalá puedan hacerlo.
Hola chicos, me encanto la manera en que describieron tan fascinante viaje. Los encontre porque estaba muy interesado en realizar la misma aventura, pero gracias a su exceelente descripcion, dudo muchisimo en hacerlo debido a que me resulta similar a la vez que recorri el rio Paraguay desde Concepcion hasta el pantanal (boliviano-brasilero) pero fueron solo 5 dias.
La consulta que quisiera realizarles es si solo ese barco realiza ese viaje o hay otras que ofrecen algo distino.
Saludos y gracias por nutrir a los viajantes!
Hola Ariel, gracias por escribirnos. En principio te diríamos que cada viaje es único, si bien puede tener alguna similitud con algún viaje que hayas hecho recorrer el Amazonas no tiene comparación. Nosotros hemos hecho otros trayectos en barco, otros recorridos por la selva, pero no por eso dejamos de vivir esta experiencia. Más allá de eso, no sabemos decirte si hay alguna opción distinta al barco (Hay varias empresas, pero todas similares por lo que vimos nosotros). Seguro que por avión podés hacer Manaos Tabatinga pero no sabemos si hay alguna lancha rápida o algo por el estilo que vaya por el río. Por tierra, seguro que no se puede. Seguimos en contacto. Abrazo
Hola, un saludo cordial, muy buen articulo. tengo una pregunta, el viaje de Manaos a Tabatinga necesariamente es de 7 días o hay otra opción que no sea en lancha rápida? muchas gracias
Hola Camu y Marian, Un placer! Muy linda experiencia y agradecida de que compartan su aventura con el resto de las personas! Yo soy venezolana (con residencia permanente en Argentina, actualmente resido en la ciudad de Neuquén). Mi familia que se encuentra en Venezuela se vendrá a Argentina con su auto propio y deben realizar la travesía Venezuela-Brasil-Argentina (deben hacer esta ruta, ya que es el único paso fronterizo que se encuentra habilitado para salir del país). Mi consulta es la siguiente: Esta permitido el ingreso de autos al barco que recorre el Río Amazonas, o cuales rutas por el río esta permito el ingreso de vehículos? sabrán de alguna página donde pueda encontrar dicha información? así como los requisitos que se deben presentar y el valor del pasaje.
Desde ya muchas gracias, agradecida por la información que puedan brindarme.
Saludos
Natalia
Hola Natalia, ¿cómo estás?
Nosotros de Brasil, fuimos por el río hacia Perú, no se si ese es al camino al que te referís. Más allá de eso, las embarcaciones normalmente tienen capacidad para transportar vehículos. Cuando nosotros viajamos había algunas camionetas por ejemplo. Los requisitos y costos los desconocemos, pero podés consltar en los links que hay en la nota, tanto de la empresa en la que viajamos nosotros como en la del puerto de Manaos. Saludos y gracias por escribirnos.
Hola, Gracias por la explicación del viaje. Lo que no estoy segura si el sitio web (del puerto de Manaos) que ustedes recomienda, esta actualizado automáticamente, para este año 2018.
Hola Aurora, no sabríamos decirte que tan actualizada esté la web, pero podés contactarlos para preguntar directamente a los datos de contacto que aparecen en la web. Saludos
Hola! Como están? Me gustó mucho su relato del viaje! Tengo pensado ir a Manaos y desde ahí ir en barco en Belem, saben cuánto dura el viaje ? Gracias !
Hola Flor, gracias por escribirnos. La verdad es que no sabemos bien, porque no hicimos ese tramo. Lo que te podemos aportar es que es un viaje a favor de la corriente, por lo que imaginamos que no puede ser más de 4 o 5 días, pero la realidad es que no sabemos. Tampoco conocemos a nadie que lo haya hecho. En ese trayecto, dicen que hacer una escala de un par de días en Alter do Chao (bajando en Santarem) es muy recomendable. Una pena no poder ayudarte un poco más. Abrazo
Muchas gracias por la respuesta! Pude averiguar y el viaje dura 5 días (de miércoles a domingo) y si, Santarem es hermoso! Gracias
Hola, como estan ?
Me encanto el relato de su viaje x el amazonas q hicieron
Somos una pareja joven de mochileros q queremos recorrer iquitos hasta manaos en barco conociendo la cultura, gastronomia, y desembarcar en algunos lugares a conocer lugares nativos.
En q barco nos recomendas viajar y se puede bajar a conocer las comunidades y x cuanto tiempo ?
De manaos seguimos a Belem para bajar hasta Rio de janeiro, q nos recomiendan de Manaos a Belem o cerca ?
Todos los barcos so iguales o tenes de turismo, carga, pasajros ? Y para lo q queremos hacer nosotros cual seria el indicado ?
Muchas gracias
Hola Ernesto, gracias por escribirnos. Para ir de Iquitos a Manaos, si o si lo tienen que hacer mínimo en dos tramos. El primero, con una empresa peruana de Iquitos a Santa Rosa (Triple frontera con Leticia, Colombia y Tabatinga, Brasil) y desde Tabatinga hasta Manaos en una empresa Brasilera. Después, si todavía quieren seguir navegando, pueden seguir de Manaos a Belem. Entre estos dos últimos puntos está Alter de Chao que si bien no fuimos nos lo recomendaron mucho y nos quedamos con las ganas.
Nosotros viajamos con la empresa Manoel Monteiro (En la nota están todos los datos) y la experiencia, como pudieron leer fue muy buena. Entendemos que todas las empresas son más o menos iguales y lo que varía son los días en que hacen el recorrido. En general todos los barcos son iguales, es decir van pasajeros de la zona, hay carga y puede haber algún que otro viajero.No son turísticos. Debe haber alguna opción turística, tipo crucero, pero no sabemos bien cuándo y cómo funciona eso, pero imaginamos que es muy caro. El barco de Tabatinga a Manaos para en varios pueblos en el medio. Vean el mapa que está al inicio de nuestra nota para ver los nombres y dónde quedan. El barco se detiene entre 1 y 4 horas en esos pueblos, por lo que no hay mucho tiempo para hacer lo que dicen. La opción sería que se bajen en algún pueblo y se queden y vuelvan a tomar otro barco otro día. Aproximadamente hay barcos todos los días, por lo que pueden ir armando el itinerario como gusten bajando en los pueblos que quieran. Obviamente pagando por tramo. Piensen que los barcos son los únicos medios de transporte de la zona, así que hay regularidad. Esperamos que se entienda, cualquier duda nos avisan. Abrazo
Excelente viaje y experiencia.
Mi novia y yo hemos decidido hacer este viaje. Tengo unas dudas:
1 – Al llegar a Tabatinga ¿Cual es el proximo paso para llegar a Perú?
2 – ¿Cuanto es el gasto en pasajes desde Tabatinga hasta Perú?
3 – ¿Cuanto dura el trayecto?
4 – ¿Recomendaciones, sugerencias y previsiones?
¡Saludos!
Hola! Gracias por escribirnos. Van nuestros comentarios.
1- De Tabatinga deben cruzar a Santa Rosa (Perú), esto lo pueden directo o bien vía Leticia, ya que Leticia está unido por tierra con Tabatinga. En cualquiera de los dos casos pueden tomar una pequeña embarcación a Santa Rosa, que es un pequeño pueblo.
2- Nosotros cruzamos de Leticia a Santa Rosa y nos costó unos 3 mil colombianos. Son precios negociables y es probable que de entrada les pidan más.
3- 5 minutos, ambos puntos están en margenes opuestos del rio, se tarda lo que toma cruzar el rio, unos 5 minutos.
4- Leticia es la ciudad que más nos gustó del punto tripartito, por lo que si piensan parar alguna noche por ahí les recomendamos en Leticia. Pueden leer nuestra nota https://trayectoriasenviaje.com/selva-amazonica-colombiana/. Santa Rosa es extremadamente pequeña y por ejemplo no encontrarán bancos ni cajeros. No olviden ir a la oficina de migraciones para sellar, la salida de Brasil y el ingreso a Perú (y a Colombia si es que van). El cruce entre las tres fronteras es libre y pueden moverse como les convenga, pero no olviden sellar los pasaportes. Si van a Colombia, el sello lo pueden tener en la oficina de migraciones que está en el puerto, les conviene ir a ahí más que al aeropuerto, en donde también hay migraciones. Varias de esas cosas están explicadas en la nota que les pasamos.
Ojala les sirva la info, cualquier duda nos escriben. Saludos!
Un saludo desde Sao Paulo, soy peruano y vivo en Brasil ya casi un año, siempre me intrigó viajar a mi país atravesando el Amazonas y entrando por Tabatinga hacia Iquitos, quiero hacer la misma trayectoria que ustedes realizaron, estuve averiguando precios y fechas de partida, y me surgieron algunas dudas:
1. Es posible encontrar pasajes el mismo día de partida del barco? Tengo planeado ir a Manaus el 13 de Julio y tomar el barco el día 14 (Sábado), lamentablemente la empresa Manoel Monteiro no tiene partidas ese día pues ya me contacté con ellos. Además hablé con la empresa Amazon Tours (que no es una empresa de transporte sino sobre todo de turismo) que me cobra 700 reales (en las redes) incluyendo desayuno, almuerzo y cena,pero según veo en las tarifas de la página del Puerto de Manaus, los precios no pasan de 400 reales. Cómo hicieron ustedes para conseguir sus pasajes y con cuanto tiempo de anticipación lo compraron? Será posible encontrar espacio si voy temprano el mismo día y lo compro?
2. Algún tamaño de red o hamaca en especial? Gracias por su respuesta.
Hola Julio: Te respondemos a partir de nuestra experiencia.
– Seguramente encuentres pasajes el mismo día. Teniendo en cuenta que es sábado quizá te convenga ir bien temprano o incluso si llegás el día anterior, mejor. Salvo que ese día empiecen las vacaciones de invierno, y quizá justo te quedes sin pasaje. El pasaje no debería salir más de 400, no pagués más porque te vas a arrepentir. Incluyen las comidas pero te recomendamos llevar algún refuerzo y sino seguramente le compres a los vendedores ambulantes que suben cada vez que el barco para. También suele haber un kiosco en la cubierta para comprar por si te quedás con hambre.
– Hay otras empresas. Fijate si podés encontrar los contactos en internet para averiguar si salen el día que necesitás: https://www.portodemanaus.com.br/?pagina=previsao-de-barcos (las fechas de salida son las de febrero pero están todos los nombres de los barcos).
– El tema de la hamaca: hay para niños y para adultos. Nosotros compramos una a 15 Reales, la más barata de todas. Cómoda para una persona grandota y de buen peso :).
¡Es un gran viaje! ¡Vas a disfrutar de la experiencia! ¡Abrazo!
Muchas gracias por su respuesta, de hecho pensaba aventurarme e ir la noche anterior al Sábado como les comenté, no entendí bien lo de las vacaciones de invierno, el Puerto de Manaus entra de vacaciones y no venden pasajes durante esa temporada? si me pudieras explicar seria genial. Sobre las comidas, pensaba llevar enlatados, de esa manera variar un poco y no correr el riesgo de quedarme sin almuerzo, buena sugerencia. Alguna recomendación sobre dónde quedarme por una noche en Manaus?
Julio Jesús
Hola Julio, lo que decíamos respecto a las vacaciones es que te asegures que en las fechas que vas no sean vacaciones de invierno, como para no tener problema al comprar en el día, ya que si es época de vacaciones seguro hay mucha más demanda de pasajes. Si es época de vacaciones quizás sea mejor comprar con algunos días de anticipación para asegurarte un lugar.
Respecto a la comida, al estar incluídas no corrés riesgo de quedarte sin almuerzo o cena, pero suelen ser comidas básicas y repetitivas, por eso con unas latas podrás alternar el menú. La opción de comprar a vendedores ambulantes también es buena. PAra dormir en Manaos, nosotros te recomendamos el hotel Casa Teatro (Está el link en la nota), es muy lindo y está a pocas cuadras del puerto. Obviamente depende del presupuesto. Si buscás algo bien económico quizás te convenga buscar un hostel cerca del puerto. Abrazos y seguimos en contacto.
Hola, me encanto el relato. Estoy organizando mi viaje para agosto desde iquitos a Belem. Tengo Un par de preguntas.
1 – Para el trayecto Iquitos – Santa Rosa/ Tabatinga que recomiendan, el barco rapido el el comun, es atractivo ese viaje?
2 – de Tabatinga a Manaos seguire vuestro itinerario en ese barco que parece muy piola.
3. Uds de bajaban en los pueblos en las paradas de l barrco?
4: Cuandos dias recomiendan en Manaos.
5. Pienso seguir hasta SANTAREM…. Vale la pena esa ciudad para concerla?
6. Conviene seguir en barco a Belem o desde Santarem es oportuno finalizar el viaje.
7. Vale la pena llegar a Belem?
8 que vacunas hay que ponerse para viajar?
Estas son algunas inquietudes por ahora, luego seguire hostigandolos con otras preguntas,
gracias
Adrian
Mar del Plata Argentina
¡Hola Adrián! Nos alegramos que te haya gustado nuestro relato. Acá van las respuestas:
1- EL paisaje es similar pero la experiencia es totalmente distinta: el viaje en Brasil es totalmente distinto en Perú (horrible la calidad de todo). Nosotros ni lo evaluamos por una cuestión de presupuesto. Por suerte es más corto el viaje.
2- De tabatinga a Manaos es lo mejor. Vas a tardar menos porque vas a ir a favor de la corriente.
3- Sí, bajamos. Está bueno. Te podés tomar una mototaxi para recorrer.
4- Mínimo 4 días, mejor 5/6. También depende de las excursiones que hagas.
5- No fuimos pero nos hubiese gustado ir a Santarem para luego quedarnos unos días en Alter do Chao. Dicen que tiene las mejores playas del Amazonas. Averiguá.
6- Si vas a Santarem, te conviene seguir hasta Belem y de ahí vas a tener varias opciones en avión también. Salvo que vayas con el vuelo que es directo entre Bs.As. y Manaos.
7- ¿Belem vale la pena? Como cualquier otro lugar.
8- Fiebre Amarilla. Y lo fundamental es el repelente, una hamaca paraguaya y un mosquitero si pasás noches en la selva.
Esperamos haberte ayudado.
¡Un abrazo! ¡Gracias por confiar en nuestra experiencia!
Hola! Amigos me encanto leer toda esa experiencia tan maravillosa como lo es viajar en barco. mi esposo y yo somo Venezolanos y queremos emigrar a peru, pero no, nos han entregado nuestros pasaportes y por lo visto tardaran mucho en entregarlos.. mi pregunta es la siguiente: podríamos viajar sin pasaporte hasta peru desde manaus? asi mismo por barco como lo han hecho ustedes?
¡Hola Alexa! Te agradecemos que hayas leído nuestra experiencia y que lo hayas disfrutado. Con respecto a tu pregunta, sinceramente para nosotros es muy difícil contestarla porque nos pone en una posición incómoda. Entendemos que la situación en Venezuela no les ayuda a poder hacer el viaje que quisieran y nos genera mucha impotencia porque pensamos que todos las personas tienen el derecho a circular libremente traspasando las fronteras. Pero al mismo tiempo creemos que es importante que al llegar a un nuevo territorio, con leyes propias, uno respete la forma de organización de ese país. Es un debate muy complejo pero no queríamos dejar de expresarte nuestros pensamientos con respecto a esta situación. Por nuestra experiencia viajando por Sudamérica, podemos decir que evidentemente hay personas que viajan sin pasaporte; aunque no sabemos exactamente cómo hacen en los puestos fronterizos. Lo que te podemos decir es que a nosotros nos pidieron nuestros documentos al momento de ingresar al barco para registrarnos, pero como el barco no sale de Brasil no se hacen controles migratorios allí. Por otra parte, al llegar a la frontera de Brasil, tampoco allí está la oficina de Migraciones, por lo que si uno quiere hacer todo legal tiene que dirigirse especialmente. Nosotros hicimos la salida de Brasil, luego el ingreso a Colombia y también la salida y al llegar a Perú, en la Isla de Santa Rosa a la que se llega por barco. Fue todo yendo a oficinas específicas, no son puestos fronterizos. Ni por el río ni por tierra hay controles migratorios, eso no implica que en cualquier momento un policía pida los documentos migratorios, ya que es una zona de triple frontera. Esa es información objetiva que compartimos a partir de lo que vivimos nosotros hace un año. Tampoco sabemos si algo cambió. Por lo que no podemos responder a tu pregunta sobre si podrían o no viajar sin pasaporte. Esperamos sepan comprender. ¡Abrazo!
Para viajar por sud América no necesitas pasaporte…..
HOLA. Buen relato, experiencia inolvidable. podrian darme informacion de horas de viaje por Rio de Letica a Iquitos (Peru). costo del viaje? agradecido de antemano por la Informacion
Hola Fernando, ¿cómo estás? El trayecto ese en barco es desde Santa Rosa a Iquitos. Leticia es del lado Colombiano y el barco sale de Santa Rosa, Perú. En realidad son las dos orillas del Amazonas, pero para que lo tengas claro. La opción lenta de viaje dura unos 4 dias y 3 noches. Salimos a las 4 de la tarde de un miércoles y llegamos el sábado a las 6 de la mañana. El costo aproximado es de 60 soles. Depende un poco de la promoción del día y lo que puedas negociar. La opción rápida es de 12 horas, el costo aproximado es de 200 soles. Tenemos en carpeta la nota con toda la experiencia de Santa Rosa a Iquitos, ahí vamos a dar más detalles. Estate atento. Seguimos en contacto. Saludos
Excelente la experiencia y como la contaron.. me hicieron sentir ahi y me convencieron de hacerlo cuando en unos meses arranque mi viaje por brasil! Gracias por el aporte compañeros!
¡Hola Rama! Muchas gracias por tu comentario. Nos alegre que te hayamos motivado para hacer vos mismo la travesía. Más que un viaje en barco es una experiencia. ¡Abrazo!
En este momento tan difcil que vive mi pais Venezuela, emigrar es la opcion que mas se escucha entre nosotros los jovenes. Mi pareja y yo no tenemos mucho dinero y hemos decidido intentar llegar a Peru cruzando Brasil por el Amazonas, gracias por enseñarnos su experiencia, ha sido un viaje mental que nos da una idea de lo que viviremos con el favor de Dios.
¡Hola Ninine! Entendemos que es una situación compleja la que están atravesando. De hecho, a lo largo de nuestro viaje nos hemos encontrado a varios de sus compatriotas que tomaron la decisión de emigrar.
Lo que podemos decirles es que cualquiera de los países de Sudamérica esta abierto a recibir a personas con sueños y ganas de construir un futuro. Seguro va a ser difícil pero si tienen la convicción de que esa es la mejor decisión y tienen la energía para empezar uma nueva vida en un nuevo lugar,seguramente van a encontrar muchas oportunidades.
¡Hay que salir a buscarlas!
¡Muchos éxitos!
Cordial saludo ! Acabo de vivir por vuestro relato, un sueño de toda mi vida. Tengo 65 años y ahora tengo la certeza de que cumpliré mi sueño. Felicidades ! Es un hermoso relato.
Hola Alvaro, gracias por tus palabras. Nos gustaría recibir novedades tuyas cuando cumplas tu sueño. Contás con nuestro apoyo. Abrazo y éxitos.
¡Qué experiencias, eh! ¡Muy bueno el relato! Me pregunto si habrá opciones vegetarianas en los barcos…
Gracias Mariel. Digamos que no hay una opción vegetariana ni posibilidad de menú alternativo. Sin embargo en todas las comidas tuvimos el bendito acompañamiento brasilero, arroz y feijão y en algunos casos fideos. Y como la comida es “auto service” y todo está separado, podrías armarte una versión vegetariana aunque un poco aburrida y monótona. Olvidate que te den frutas y vegetales. Una buena alternativa sería llevar fruta o bajar en las paradas a comprar. Abrazo