Vivimos un evento único: una copa de fútbol continental. Vimos a los mejores equipos de América, vimos a los mejores jugadores del mundo. También vimos a un país revolucionado por ser anfitriones y muchos hinchas viajeros trasladando sus pasiones desde sus países hasta Chile y de un punto a otro del país. Vimos muchos partidos, estuvimos en varios estadios y visitamos algunas ciudades. Leímos muchas tapas de diarios y escuchamos noticias de todo tipo, de las deportivas y de las otras.
Algunas reflexiones de lo que sentimos, vivimos y disfrutamos en estos 24 días dieron como resultado un balance de la Copa América Chile 2015 desde nuestra mirada viajera, futbolera y comunicacional.
Esto es lo que nos dejó la Copa, además de la amargura, lógicamente, de haberla perdido.
Una Copa América no es un Mundial
Es obvio, pero los que vivimos algún mundial -en nuestro caso el especial y reciente Brasil 2014- llegamos a Chile con ganas, de manera más o menos consciente, de vivir sensaciones similares a las que se viven en una Copa del Mundo. Bueno, no. La Copa América fue una experiencia increíble pero la escala de todo lo vivido fue mucho menor en muchos aspectos: la efusividad de los hinchas, el clima durante y entre los partidos, la fiesta constante y la atmósfera futbolera.
Podemos decir que si el Mundial es un viaje de egresado con fútbol, una Copa América es un campamento de escuela primaria con fútbol. Los ingredientes son los mismos pero el resultado tiene otra intensidad.
El momento más duro, en el que caímos y supimos que Chile 2015 no era Brasil 2014, fue el primer partido de la copa. Cuando comenzó el partido en La Serena contra Paraguay el silencio que había en el estadio era atroz. Paradójicamente, lo único que se escuchaba eran los gritos poco precisos de Ramón Díaz hacia sus dirigidos.
Argentina iba ganando 2 a 0 y los hinchas no reaccionábamos. Incluso los que queríamos cantar temas Made in Brasil como el “Somos la banda loca de la Argentina…” no encontrábamos gente alrededor que la supiese. Nos dimos cuenta en ese partido de que no íbamos a tener un deja vu mundialista.
Con el tiempo, los triunfos argentinos, la hostilidad chilena y la llegada a la final, se armó un clima interesante que en su balance fue más que positivo. La Copa América, como sabemos, no es un mundial, pero bien vale la pena vivir la experiencia.
Ganar como sea
Un hombre con 1,2° de alcohol en sangre va manejando a 160 kms por hora. Choca con otros autos, los hace volcar y finalmente se estrella contra un costado de la autopista. Ninguno sufrió lesiones mayores. Acaba de suceder un milagro, Arturo Vidal no mató a nadie.
No es la primera ni la última vez que un famoso cae en este tipo de situaciones. Esto pasó en Chile, pero -tristemente- pasa en Argentina, en Italia y en muchos lugares del mundo. Esto pasa con personas famosas y con totales desconocidos.
Lo que nos llamó la atención y queremos reflejar en estas líneas es cómo muchos de los medios chilenos e, incluso, muchas de las personas con las que conversamos del tema piensan que lo que hizo Vidal no es grave.
Escuchamos cosas como: “Tiene derecho a tomar una copita para relajarse” o “Era su día libre”, sin reparar en las consecuencias que tiene el hecho de manejar alcoholizado.
A Sampaoli, DT de Vidal, no le corresponde sancionarlo por su delito, pero lo pudo haber sancionado internamente por la indisciplina, pero ni siquiera eso.
La sensación que nos quedó es que no hubo una condena social acorde a un hecho de estas características. Lejos de esto, para muchos chilenos Arturo sigue siendo el Rey como si no hubiese pasado nada.
Para nuestro alivio, también escuchamos opiniones condenatorias de esta acción.
Estando en La Serena, escuchamos por la radio a Benjamín Silva, el padre de Emilia, una bebé de nueve meses que falleció producto de un choque causado por un conductor ebrio.
A raíz de ese hecho, se sancionó en Chile la Ley Emilia que pena con cárcel efectiva de al menos un año a los conductores en estado de ebriedad que generen lesiones graves o la muerte. Vidal no fue alcanzado por esta ley debido a que no hubo lesiones graves.
Silva estaba muy golpeado por lo sucedido. Él decía que lo de Vidal obviamente no podía ser calificado como un accidente, sino que era un delito y lo que reclamaba con tristeza era que su país no había aprovechado la situación y la notoriedad de Vidal para dar un mensaje claro a la sociedad en contra de este tipo de acciones.
Vidal en ningún momento reconoció la acción como un delito, sino que se limitó a pedir disculpas por el “accidente” y agradecer la oportunidad de su técnico. Los medios en todo momento hablaron de “un accidente” y de “un error” y nunca de un acto delictivo.
A las palabras de Silva nosotros agregamos que no solo no se aprendió de lo sucedido, sino que el mensaje fue que es más importante una Copa América que una vida. Silva y miembros de su fundación fueron amenazados a raíz de sus declaraciones.
En nuestro tiempo en Chile escuchamos o leímos pocas voces como las de Silva, por lo que quedamos con una sensación que preferimos expresar con las palabras del padre de Emilia: “Es lamentable que algunas personas justifiquen la acción de Vidal por ganar la Copa América”.
En esta línea, aunque la gravedad de lo sucedido es incomparable, está lo del famoso dedito de Jara a Cavani. El primer dato llamativo es que durante la transmisión por la TV Chilena (Canal 13) no se mostró ni se hizo referencia al hecho cuando ya circulaba en Twitter la evidencia. Los relatores se dedicaron a defenestrar al jugador uruguayo por una supuesta agresión que no se veía en las repeticiones.
Al día siguiente, escuchamos en la radio los mensajes de oyentes y los propios conductores que “justificaban” esta actitud diciendo que “los uruguayos pegaron mucho” o que “Suárez hizo lo mismo en el Mundial de Brasil”. Lo mismo se mostró en los diarios gráficos y online.
Nosotros somos de los futboleros que no se enorgullecen del gol con la mano ni del bidón de Branco. Escuchar a periodistas -supuestamente profesionales de la comunicación como nosotros- intentando justificar esta actitud antideportiva, sumado a lo de Vidal, nos decepcionó lo suficiente como para no tener ganas de seguir informándonos con medios chilenos.
Que hayan ideado un juego por internet o una cumbia en honor al dedo de Jara es anecdótico.
Ay, las entradas
Cuesta creer que los organizadores de semejante evento no puedan implementar un sistema justo de venta de entradas que inhabilite la reventa. Bastaba entrar a un par de grupos de Facebook para ver el mercado de las entradas blue.
Sentarnos un par de horas en el bar de la terminal de Concepción, esperando por Argentina-Paraguay nos permitió ver una secuencia de hechos alevosos y vergonzosos. Gente con pilas de entradas en la mano. Personas del mismo grupo sentados en 3 o 4 mesas diferentes como si no se conocieran, cada uno recibiendo posibles compradores. Brasileros con remeras, gorros o bufandas de Argentina intentando revender entradas. Caras largas al ver que la cosecha no había sido la mejor. Quejas de que los e-tickets no eran tan fáciles para vender porque “la gente desconfía”. Pobres. ¿Cómo la gente va a desconfiar de ellos? Algunos nos llegaron a decir cosas como “nosotros laburamos de esto” o “hoy no se laburó bien”.
En fin, nosotros, con la experiencia de Brasil 2014 (Ver ), fuimos muy precavidos y compramos las entradas en febrero. Gracias a eso pudimos presenciar todos los partidos de Argentina en la Copa. Sin embargo, no fue tan fácil como se suponía.
Teníamos un abono llamado “Sigue a tu equipo” que la verdad es que ni nosotros sabíamos en qué consistía. En un principio sabíamos que nos permitiría ver los tres partidos de la fase de grupos. Después nos fuimos dando cuenta de que podíamos ir comprando entradas por el sitio web oficial para los partidos de la fase final, ingresando un código impreso en la entrada del partido anterior.
Es decir, para ver los Cuartos de Final tuvimos que ingresar un código de los partidos de la zona de grupos. Para comprar entradas para la Semi, usamos el código que venía impreso en la entrada de los Cuartos. Y lo mismo ocurrió con la Final: la llave para comprar entradas fue el código de la entrada de Semis. Esto solo era válido para las entradas de la categoría “Sigue a tu equipo”; de nada servía ingresar los códigos de entradas comunes y de partidos que no fuesen el inmediatamente anterior.
La posibilidad de compra era solo online y en un período específico que solía durar 12 horas. Pasado ese momento ya no se podía comprar.
El sistema en sí parecía interesante ya que permitía obtener una entrada a medida que tu equipo avanzaba sin necesidad de estar “luchando” por la reventa, esperando que milagrosamente salieran a la venta entradas comunes o especulando con los posibles cruces. El problema era que en ningún lugar se explicaba el sistema y no siempre te avisaban cuándo se podía ingresar a comprar el ticket. Por lo que había que estar pendiente del sitio web para conseguir una entrada que ya teníamos reservada, pero que si no te enterabas cuando comprarla, la perdías. Y lo que era peor, perdías el derecho a compra del partido siguiente. Además, teniendo en cuenta que los partidos eran en distintas ciudades no siempre cercanas y que había muchos hinchas en tránsito, no era lo mismo saber si contábamos con entrada o no.
El caso más complicado lo vivimos para la Semifinal. A menos de 30 horas del partido y estando en Valparaíso, a 600 Kms. de Concepción, donde se jugaba, no se había habilitado la compra para los que teníamos “Sigue a tu equipo”. En un momento entre F5 y F5 vimos que se vendían entradas libres; es decir, cualquiera podía comprar. Obviamente compramos dos.
Sin tiempo para celebrar la transacción, nos enfocamos en buscar transporte por internet que, como ya veníamos viendo, estaba casi todo vendido.
Llegar a Concepción desde Valparaíso no es complicado en términos normales, pero la Copa América, sumado a que el día previo al partido fue fin de semana largo, hizo que los pasajes de un punto al otro -incluso desde Santiago- prácticamente se agotaran.
Por Internet ya habíamos explorado todas las posibilidades y no había pasajes por ningún lado. Alquilar un auto no era tan caro si era por 24 hs, pero por el feriado nadie nos atendía y no podíamos asegurarnos contar con un auto al día siguiente. Además manejar ocho horas de ida, ver un partido y manejar otras ocho horas de vuelta no era lo más recomendable por más que intercambiáramos conductores.
A 28 hs del partido, con la entradas y la incertidumbre a cuestas nos fuimos a la terminal dispuestos a todo, incluso a subirnos al primer micro que saliera y después ver dónde dormir. Por suerte había una empresa que, como no tenía venta online, todavía tenía algunos pasajes. El viaje era de noche por lo que no tendríamos que gastar en alojamiento, así que algo más tranquilos volvimos de la terminal al hotel en el que trabajamos para hacer tiempo hasta la noche y aprovechar a terminar algunas cosas del trabajo que habíamos dejado pendiente.
Al llegar al hotel, vemos que en el sitio de venta oficial se ponen a la venta los tickets “Sigue a tu equipo”, por lo que ingresando el código de partidos anteriores, teníamos acceso a comprar una entrada. Hicimos la prueba ingresando el código de la entrada de la ronda inicial y el sistema la rebotó. Ingresando el código de la entrada de Cuartos de Final pudimos acceder a la compra de la Semi.
Entonces, la buena noticia era que teniendo la entrada “Sigue a tu equipo” de la semifinal, íbamos a poder comprar para la final si ganábamos en Concepción. La mala noticia era que tendríamos que comprar dos entradas más para la Semi. En resumen, nos fuimos para Concepción de un momento para el otro, comprando casi los últimos pasajes y con dos entradas de más, que nunca pudimos ubicar, ni siquiera vendiéndolas al costo.
Todo eso producto de una muy mala planificación y comunicación por parte de la Organización y su sistema de venta. Eso sí, nos fuimos con la alegría de que, en caso de que Argentina pasara, íbamos a estar presentes en la final. Y Argentina pasó. Y estuvimos en la final. Y sin pagar los 1000 dólares que algunos pedían por una entrada de reventa.
El que no salta…
El que te recibe en su casa sin esperar nada a cambio no es un traidor. El que te da posibilidad de trabajar y sumarte a su proyecto no es un traidor. El que te invita una comida no es un traidor. El que quiere que conozcas a su familia no es un traidor. Los chilenos no son traidores.
Pensar que “los chilenos” estuvieron de acuerdo con la decisión de un gobierno autoritario, similar al que teníamos nosotros en 1982, es, al menos, caer en una generalización. Pensar que un torneo de fútbol puede ser el lugar para saldar una cuestión bélica es definitivamente iluso.
Desde el momento en que pisamos Chile, todas las personas que nos cruzamos nos trataron espectacularmente bien. Nos hospedaron, nos dieron trabajo, confiaron en nosotros. En resumen, nos hicimos muchos buenos amigos chilenos y esperamos seguir haciéndolos por los próximos meses que estaremos por estas tierras.
Es cierto que adentro de la cancha la situación fue harto distinta. El clima fue cada vez más hostil, la agresión verbal, entre chilenos y argentinos, fue incrementándose hasta tocar su pico máximo, obviamente, en la morbo-final de la Copa.
Así de tensa se ponía la situación en la Semi.
Hemos recibido insultos de los más feos, de esos que se burlan de la muerte de chicos de 18 años, hemos escuchado silbar nuestro himno. Como respuesta a eso hemos gritado goles en la cara, como se puede ver en el video anterior. Hemos gastado exageradamente a los chilenos en su tierra. Obviamente no estamos orgullosos de eso. Es un trabajo diario el que tenemos que hacer, como hinchas de fútbol, para encontrar el límite y no pasar de una cargada deportiva a una agresión explicita.
En el marco de una Copa América de fútbol, una confrontación basada en cuestiones extra-deportivas no debería tener lugar. Acaso, luego del 2 a 2 vs Paraguay en La Serena, ¿alguien escuchó a algún paraguayo cantar “El que no salta es un traidor”? Nosotros, que estuvimos ahí, no. Convengamos que podrían haberlo dicho para “vengar” la actitud argentina en la Guerra de la Triple Alianza, que dicho sea de paso respondía principalmente a intereses británicos.
No tiene sentido recurrir a cuestiones extra deportivas en el marco de un partido de fútbol. En todo caso, si los argentinos lo hacemos es porque esperamos más del fútbol que lo que efectivamente nos puede dar. El problema es nuestro.
Es interesante pensar cómo podemos transformar tanto nuestra actitud ya sea por el fútbol, ya sea por estar en masa. De pronto nos encontramos en situaciones muy violentas, sin disfrutar del juego y solo interesados en mostrar que gritamos más fuerte que los otros.
Como contamos en “Un extraño camino…”, nosotros vinimos a la Copa América porque nos gusta el encuentro entre culturas, nos gusta encontrarnos con personas de todos los países, nos gusta el clima festivo y obviamente porque nos gusta el fútbol. Por suerte tuvimos lo que vinimos a buscar.
Los estadios
Tuvimos el privilegio de ver todos los partidos de Argentina en los estadios. Seis partidos en cuatro estadios y en cuatro ciudades. Estuvimos en La Portada de La Serena, Sausalito en Viña del Mar, Ester Roa en Concepción y el Nacional en Santiago.
Como para cualquier torneo de este estilo, los estadios o se construyen de cero o se remodelan totalmente. Esta Copa no fue la excepción y todas las canchas estaban nuevas, incluso algunas recién terminadas.
Los estadios de La Serena y de Viña del Mar, ambos con capacidad para alrededor de 20 mil personas, nos parecieron chicos para lo que imaginábamos. Es cierto que en algunos de los partidos de La Serena no estuvo al 100%. Pero dado lo que explicamos de la desorganización del sistema de venta de entradas creemos que pudo deberse a ello.
Fue justamente en esos dos estadios donde nos llamó la atención el sistema de salida. Aunque no sabemos si denominarlo sistema porque no parecía estar contemplado que una vez terminado el partido miles de personas iban a salir disparadas a las puertas.
Somos habitués de La Bombonera, conocemos otros estadios de Argentina y tuvimos la experiencia de presenciar Argentina-Suiza en el Itaquerao de San Pablo. Nunca nos pasó de terminar saliendo todas las personas de una tribuna por una misma puerta.
En La Serena había unas bellas portadas antiguas que generaron un embudo bastante engorroso y encima no habilitaron todas las puertas en ninguno de los dos partidos. En Viña del Mar la salida era cuesta arriba por una única escalera para toda la popular. Obviamente salimos a paso lento, muy lento. Mientras tanto, muchos nos interrogábamos acerca del sistema de evacuación en caso de sismo.
Otro tema que generó polémica en los estadios fue la venta de comidas y bebidas. Por un lado los precios. Aunque luego de empezada la Copa, la Organización pidió bajarlos además terminaron autorizando el ingreso con comida de afuera dado las quejas de los simpatizantes. Nosotros entramos a la Semifinal sin lapicera por ser un objeto contundente pero con un tubo de Pringles.
Algo positivo de los estadios fue el acceso libre y gratuito a wi-fi. En realidad tenemos que reconocer que la contraseña para ingresar a la red la obtuvimos gracias al poder de acercamiento del zoom óptico de 60x de nuestra cámara de fotos. Haciendo foco en el sector de la prensa gráfica detrás de los arcos los hinchas obtuvimos la clave de internet en cada uno de los estadios. Obviamente, una vez que la conseguíamos se compartía la información y hacíamos un uso comunitario del servicio.
La Final
Como durante toda la Copa, la Selección Chilena jugó en Santiago. No se movieron de ahí bajo el argumento de que es el de mayor capacidad. Allí también fue la Final y hasta allí nos trasladamos.
Así se escuchó el Himno Nacional Argentino:
Fuimos ansiosos y nerviosos pero con la seguridad de que íbamos a ver un buen partido de la Argentina. Llegamos dos horas antes y la bandeja popular ya estaba prácticamente llena. Encontramos un hueco entre un grupo de argentinos. Éramos pocos de celeste y blanco entre tantas banderas rojas que un millonario chileno le regaló a 40.000 compatriotas. Nos insultamos con énfasis, nos revolearon algunas cosas, les contestamos con cantos.
Cuando se terminaron los 120 minutos, la sensación no fue buena. Argentina tendría que haber ganado durante el partido.
Después de dos goles errados, había pocas chances. No hubo chance. Otra vez segundos, otra vez sin la Copa. Una pesadilla más. Nos retiramos todos los argentinos juntos antes de que pasara el primer minuto. No vimos nada. Ni el nene consolando a Messi ni a Mascherano mirando deseoso la Copa.
Ahora estamos otra vez con la sensación amarga, intentando entender por qué Argentina no jugó el mejor fútbol que tiene. Pero otra vez tenemos la satisfacción que nos genera a los dos ver el fútbol en la cancha, alentar por nuestros colores, disfrutar del juego del mejor jugador del mundo y del que más huevo (de los huevos que hacen la diferencia) pone y de los que no son los mejores pero siempre nos regalan algo.
¡Qué viva el fútbol, argentinos!
No tenemos chances geográficas ni económicas de poder ir a la Copa América Centenario de Estados Unidos 2016 así que como mínimo tendremos que esperar hasta Rusia 2018 para poder presenciar un evento futbolístico de este tipo. Lo que nos queda es esperar y pensar en que en una de esas podamos pasar por Río 2016 a disfrutar de un salteadito deportivo.
Excelente descripción.Gracias.
Gracias a vos por leernos!!
Muy buena descripción y balance de lo vivido como nos tienen acostumbrados.
Resalto la objetividad de algunos temas que a veces la pasión disimula y le resta importancia.
Obviamente mi seguimiento del minuto a minuto de saber por dónde andaban y esas ganas antes de cada partido de fijarme por las redes en que lugar se encontraban ubicados en las tribunas y rezar para que hicieran los goles ó los penales del lado de uds.y también reirnos con algún comentario previo a modo de cábala le puso un condimento extra a mi impresión de la Copa .
Lo que yo les agregaría mi comentario local es que toda esta Copa estuvo contaminada con el halo de corrupción que ensucia hoy en día al futbol local e internacional y casi no hubo autoridades hasta la final y la gente aquí lo vivió ,más friamente que otras veces de hecho nunca nadie fue al obelisco . Desde ya que una Copa no es un Mundial pero Argentina venía bien hasta la final que se pinchó y no supo imponerse con el buen juego que venían demostrando a lo largo de todos los partidos.
Una lástima porque sobre todo yo quería que Argentina ganara por el disfrute de uds.que los vienen siguiendo desde hace tanto tiempo con tanto ahínco.
Gracias por sus relatos y espero los informes de las otras ciudades que formaron parte de este extraño camino a la Copa.
Los quiero y extraño!!!!
Dentro de poco te vamos a pedir que vos escribas en el blog! Gran comentario y análisis. Acá no se habló mucho de lo de la Fifa, no debe ser casualidad. Paciencia que pronto se vienen nuevas publicaciones! Besos
Fue un placer compratir está experiencia con ustedes. Un abrazo enorme a los dos.
¡Que gran aventura! Que se repita! Te vamos a estar esperando!