Viajar sola. Viajar siendo mujer. Viajar después de los 50 años. Viajar sin hijos siendo mamá. Así viajó Alejandra durante más de 100 días en los que recorrió 5500 kms de tierras brasileras.
Partió desde el Aeropuerto de Ezeiza, Buenos Aires, rumbo a Fortaleza, en el nordeste de Brasil y desde ahí fue bajando por la costa. Conoció decenas de playas como las de Pipa, Porto Seguro, Buzios, Angra dos Reis e Illha Grande y las megaciudades Río de Janeiro, Sao Paulo, Curitiba y Foz de Iguazú. Allí cruzó la frontera hacia Puerto Iguazú, en suelo argentino.
Fue la primera vez que viajó de esta manera: sin itinerario fijo, ni saber dónde iba a dormir, ni pasaje de vuelta.
¿Cómo tomaste la decisión de hacer el viaje por Brasil?
Todo empezó cuando estaba estudiando en la facultad Licenciatura en Turismo, ya de “grande”, a los 46; nuevamente universitaria, cursando con chicos de 18. Muchos de los profesores decían “si están estudiando esta carrera porque les gusta viajar, dedíquense a otra cosa, porque lo que menos van a hacer es viajar”.
Yo me había decidido a estudiar eso porque trabajaba de secretaria de médicos y necesitaba un cambio en mi vida.
Quería trabajar en algo donde hiciera a la gente feliz, y viajar, se me ocurre a mí, es una de las cosas que más feliz hace a mucha gente.
Cuando terminé segundo año, me di cuenta que necesitaba empezar el camino para cumplir un sueño postergado: viajar recorriendo Brasil sin paquete turístico y por un tiempo indeterminado. Sin apuro.
Todo eso me llevó tres años y medio de ahorrar, planificar, imaginar, leer blogs y libros y conocer gente que me contara sus experiencias y aconsejara en detalles porque nunca había hecho algo parecido.
¿Qué dijo tu familia? ¿y qué dijeron tus hijos específicamente?
Bueno, mis hijos -Natalia de 23 años e Ignacio de 18- estuvieron años mirando y oyendo mis planes de viaje. No tenían la certeza de cuándo lo iba a hacer, pero sabían que lo iba a concretar porque siempre traté de demostrarles que todo lo que uno se propone, trabajando en ello, se puede conseguir. ¿Y qué dijeron? Mi hijo Ignacio se alegró y sentí, por sus palabras y abrazos, como una especie de admiración por lo que estaba haciendo. Mi hija Natalia también se alegró por mí, pero de ella sentí una preocupación por dónde me iba a hospedar o adónde iba a estar; ella es más de tener todo bien organizado y seguro y yo soy más aventurera. A mi madre se lo dije unos días antes, porque es la que más se iba a preocupar; las madres con sus hijos a toda edad se preocupan, aun con una hija de 51, como tenía el año pasado, cuando emprendí mi aventura.
¿Cuál fue la idea cuando empezaste el viaje?
Antes de empezarlo, tenía la idea de ir conociendo diferentes lugares yendo por todos los estados brasileños del interior hasta llegar al norte y desde allí ir bajando todo por la costa. Hasta me inscribí en WWOOF Brazil, las granjas donde vas de voluntario por un tiempo y trabajás por intercambio de hospedaje y comida. Después desistí de esa idea y me compré -con tiempo- un pasaje de avión barato y me fui directo a la ciudad de Fortaleza. La idea seguía siendo trabajar en lo que sé y me gusta, cocinando, y poder ir conociendo la mayor cantidad de lugares sin gastar en hospedaje. Una de mis especialidades son los sorrentinos caseros, así que me llevé mi “kit sorrentinero” y los hice en todas las casas donde me hospedé, haciendo conocer los sorrentinos a mis nuevos amigos brasileños. ¡A todos les encantó!
La logística al viajar después de los 50
El presupuesto, el hospedaje, el transporte. Todos los viajeros tenemos las mismas preocupaciones, no importa la edad. Y para hacer frente a estas cuestiones lo que hace falta es un poco de organización y otro poco de improvisación.
¿Cómo hiciste con los gastos?
Aunque había estado ahorrando durante tres años y medio, no salí con demasiado dinero. Como sabía que mi viaje era de bajo presupuesto, tenía que ir midiendo de gastar poco en todos lados y aunque algunos -¡unos cuantos!- gustos me di, hubo lugares que me hubiese gustado conocer pero lo dejé para un próximo viaje.
Siempre que viajé, hasta ese momento, fue por agencia de viaje y no fueron tantas veces como me hubiese gustado (más que nada por la parte económica) porque antes de este viaje, creía que hacía falta muchísimo dinero y ahora comprobé que no es así. Hace falta buena organización, lógicamente alguna entrada de dinero y eliminar miedos y prejuicios.
¿Cómo te movilizaste?
Desde que llegué a Fortaleza y todo mi recorrido por la costa hacia el sur (hasta que salí de Brasil por Foz de Iguazú) lo hice en ómnibus. Viajaba de una ciudad a otra por la noche así me ahorraba de pedir o de pagar una noche de hospedaje. Estaba atenta a Bla Bla Car o Carpooling, para compartir viajes con autos particulares pero no tuve suerte en que coincidieran fechas y horas de mis viajes. Me sorprendió que no haya trenes. Tomé uno solo, de Curitiba a Morretes pero era uno turístico, con un guía que nos iba comentando todo el recorrido. No me animé a hacer “dedo” o autostop, por timidez y temor. Será en algún próximo viaje, seguramente.
¿Cómo te alojaste?
Varios meses antes del viaje ya estaba con mi perfil de Couchsurfing y me fui contactando con los que ofrecían sus casas para hospedarme en las distintas ciudades que estaban en mi recorrido. Donde no conseguí alojarme gratis, paré una vez por Airbnb, alquilando un dormitorio en un departamento; las otras veces, en algún hostel de habitación compartida y solo dos veces en unas posadas relindas con habitación privada.
Viaja solo y estarás siempre acompañado
Fue gracias a Couchsurfing que la conocimos a Alejandra. En realidad fue gracias a ella y la posibilidad que da esta red social de contactar viajeros.
Cuando llegamos a la terminal de buses de Salvador de Bahía a las seis de la mañana no sabíamos qué hacer porque nadie había contestado nuestras solicitudes. Desayunamos, nos conectamos a la red wifi gratuita de la terminal y nos sentamos a esperar a media mañana para salir a buscar algún lugar (pago) donde quedarnos. Una hora después nos llegó un mensaje de WhatsApp de Alejandra, a quien le habíamos pasado nuestro número después de que se pusiera en contacto por Couchsurfing. El mensaje decía:
Soy la marplatense que llegó esta mañana a Salvador. Recién llego a la casa en donde paro por Couchsurfing y le pregunté a la dueña de casa si sabía de algún lugar para ustedes. Perdón si me metí sin preguntar. Me dijo que si quieren pueden parar acá, no es grande, pero hay lugar.
En resumen: una conocida virtual, le dijo a una desconocida (de ella y nuestra) si nos podía recibir e Ivone, (ahora ya es conocida) aceptó sin pensarlo. Media hora después de ese mensaje estábamos desayunando juntos y convirtiéndonos en amigos.
¿Qué sentiste al conocer gente nueva todo el tiempo?
Lo de conocer gente nueva fue algo que me daba una cierta incertidumbre de cómo me iba a sentir, porque no soy -o al menos nunca fui hasta este viaje- muy sociable y soy, en general, poco comunicativa. Esta aventura me hizo cambiar un poco y me sentí muy a gusto porque la gente que conocí fueron todos buenas personas y amables: preguntar por lugares en las calles, los colectivos urbanos, pedir que me sacaran una foto, los ómnibus de larga distancia en cada viaje de ciudad en ciudad y en las casas donde me hospedé eran muy comunicativos y expresivos y la idea de Couchsurfing es, justamente, ser sociable.
¿En algún momento sentiste miedo?
Miedo de verdad, sentí dos veces porque me perdí. Suelo desorientarme, a veces hasta en mi propia ciudad, así que imaginen en ciudades o lugares desconocidos. La primera vez fue en Recife, estaba conociendo lugares netamente turísticos, y al salir de uno de ellos, aunque tenía el plano de la ciudad en la mano, me fui para otro lado donde no había absolutamente nadie, solo una autopista y caminé por más de media hora por un lugar que parecía abandonado, no sé, se me hizo eterno. La segunda vez fue en Sao Paulo, (ciudad inmensa, si las hay!) después de encontrarme con una amiga, ya se había hecho de noche, me tomé un colectivo para volver a la casa donde me hospedaba y aunque las dos preguntamos si me dejaba cerca y el chofer respondió que sí, al final, me dejó lejos, y tuve que caminar, de noche por un barrio feo con calles muy oscuras hasta llegar adonde me indicó una chica que se sentó a mi lado y por suerte, me ayudó. Es a veces increíble cuando pienso en la cantidad de gente que me ayudó en todos lados y en todo tipo de situaciones.
Normalmente no me siento sola. Aunque sinceramente me hubiese gustado viajar acompañada, pero no se dio. Y sufrí de estar sola en todas las terminales de ómnibus, (rodoviarias), porque aunque no me pasó nada por suerte, tenía miedo que me robaran.
¿Cuál fue el momento de mayor felicidad?
Fueron muchos momentos de felicidad, no sé si podría decir uno como el de mayor felicidad. Cuando estaba en el avión volando en mi primer día de viaje, la primera zambullida en el mar de Brasil, en Natal, una maravilla de mar. Después hubo otros momentos de “mi primera vez” en algo, con comidas y gente tan cariñosa y solidaria, todo eso fue felicidad.
Reflexiones de una mujer que viaja sola a los 50
Desde que nosotros empezamos a viajar, no paramos de sumar items a la lista de aprendizajes de vivir viajando (y desaprendizajes también). Claro, aprender es parte del camino de la vida. Lo que hace el viaje es exponerte continuamente a nuevas situaciones, diferentes, muchas veces inimaginables; situaciones que en la vida sedentaria y rutinaria son menos recurrentes. Por eso queríamos saber cómo es esa experiencia al viajar después de los 50 años.
¿Qué aprendiste?
Aprendí muchas cosas, aunque la principal fue la adaptación y la tolerancia, el convivir con gente desconocida, con sus hábitos y costumbres tan diferentes a los míos. El estar compartiendo un dormitorio en un hostel -eso me pasó en varias ciudades- con 5 personas extrañas. Algo que pocos años atrás decía que nunca iba a hacer porque me parecía que no era algo afín a mi forma de ser; aunque todos buena gente, muy diferentes a mí en edades y formas de ser. También a dejar de lado los miedos o a convivir con ellos. Fue todo un gran aprendizaje.
¿Qué cosas resultaron como las imaginaste y que cosas resultaron totalmente distintas?
Lo que resultó como me imaginé, fue comer tantas cosas ricas y cocinar en todas las casas donde me hospedé y que les gusten mis comidas. Fue disfrutar de algunas playas con arena finita, clarita y un mar calmo y templado, ¡soñé con eso por muchos años! Gente alegre y con tan buena onda, a pesar que también están viviendo una crisis en su país. Las que resultaron distintas fueron muy pocas, una fue cuando tuve problemas con mi tarjeta de débito que no podía ni comprar ni sacar dinero del banco y no imaginaba que ante una situación así iba a conocer gente tan buena, que me ayudó prestándome dinero. La otra fue, que pensaba pasar fin de año en Río, o alguna otra playa con gente divertida y al final ya me estaba volviendo. Lo pasé en Foz de Iguazú y aburrida.
Mencionaste que te imaginabas disfrutando de las playas y así lo hiciste…
Lo que más disfruté es la libertad. El no tener horarios y conocer todos los días lugares diferentes. Fue caminar por algunas playas tranquilas, estar dentro de ese mar fue emocionante porque años atrás pensaba que era imposible y sentir que pude, me emocionaba y lo disfruté mucho. Bueno, me encanta probar nuevas comidas y bebidas, así que probar diferentes tipos de caipirinhas y comer tantas frutas tropicales, algo que en nuestro país, Argentina no se consigue, me dio mucho placer.
No tenías pasaje de vuelta ¿Cuándo y por qué decidiste regresar a Argentina?
Con casi tres meses de viaje, estaba entrando al estado de Río de Janeiro y desde allí en adelante todo fue más caro. Estaba por empezar la temporada de verano, quizás sea eso. Ya el dinero, aunque lo estiraba, empezaba a escasear. Me quedó mucho por recorrer, pero lo que hice fue maravilloso.
Ya pasó un año de esa primera vez… ¿estás planeando hacer otro viaje?
Si, ahora que tengo la experiencia de este viaje al que llamo “experimental”, porque todo fue una nueva experiencia a mis 51 años, ya sé que cosas hacer y qué otras no. Voy a ir a Europa por primera vez. Eso será dentro de algunos años, o no sé exactamente cuándo, pero ya lo estoy imaginando y me emociona. Voy a ir acompañada y visitar amigos en España y recorrer Italia y Gran Bretaña, y otros increíbles lugares, será mi próxima aventura. Mi nuevo sueño a concretar.
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Desde el fin de ese viaje de Alejandra por Brasil pasó un año. Alé volvió a su departamento en la ciudad de Mar del Plata y a convivir con su hija. Sigue haciendo sus espectaculares sorrentinos (pueden visitar su Facebook) y otras cosas riquísimas como berenjenas y ajíes en conservas (damos fe). También sigue emprendiendo siempre con el objetivo puesto en seguir cumpliendo su sueño de viajar después de los 50.