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Una razón para viajar: que todos los días sean distintos al anterior

Las razones por las que las personas viajan son muchas. Hay tantas posibilidades como seres en este mundo. Nosotros tenemos muchas motivaciones, pero existe una razón para viajar que consideramos muy importante y es no saber qué es lo que va a pasar mañana.

Un día estábamos en Boa Vista, Brasil, una capital de estado casi desconocida, y al día siguiente llegamos a Manaos, la mismísima capital del estado de Amazonas. La semana anterior habíamos estado, por Couchsurfing, en una casa en Guyana sin agua y sin lugar para cocinar y unos días después llegamos a un hotel con desayuno incluido, agua caliente y wifi. Algunos días los pasamos entre eventos culturales y juntadas a comer con un montón de gente, amigos de nuestro anfitrión, y otros días estamos los dos solos, empezando a conocer un lugar al que recién llegamos. Aunque no parezca, esta es una razón para viajar.

Una razón para viajar
¡Hola! Saludos desde Manaus

Esta situación es nuestra rutina. Quizá es un poco exagerado decir que “cada día es absolutamente diferente al anterior” pero sí te aseguramos que “todos los días son muy diferentes a los anteriores”.

Estos cambios nos generan adrenalina y motivación. De hecho, cuando estamos por un tiempo largo fijos en un lugar -un mes por ejemplo- nos pasa que nos da ganas de volver a estar en movimiento porque extrañamos la novedad. O cuando estamos mucho tiempo en un país. Generalmente tratamos de quedarnos el máximo posible -de acuerdo a los que nos permite la ley de ese país- pero llega un momento en que todo empieza a ser predecible y conocido y para nosotros ese es el momento de “empezar a dejar el país”.

Que todos los días sean diferentes no significa que no tengamos una rutina. La diferencia es que cuando viviamos de forma sedentaria nuestra rutina estaba marcada por el trabajo -con sus tiempos y modalidades-, la facultad, la familia y los amigos -qué día nos juntamos a comer, cuándo se celebran los cumpleaños-, y los momentos de ocio -porque había momentos para eso: momentos para ir al cine, momentos para estar de vacaciones, momentos, para comer helado, para ver a los amigos-. Sabíamos exactamente cómo iba a ser cada día y las semanas, o los próximos meses. Obviamente no al 100% porque el factor sorpresa aparecía siempre -así es la vida-.

Es algo que nos pasaba a nosotros. No pensamos que todas las personas que no viven de manera itinerante sienten su vida como una rutina superestructurada archiesquemática. Nosotros lo vivíamos así y sentíamos que no nos hacía felices y por eso elegimos cambiarla.

Hoy tenemos una rutina diaria que implica pensar todos los días cómo va a ser ese día. El común denominador, lo que organiza nuestros días, la regularidad es, justamente, la irregularidad.  

Tenemos momentos de trabajo, momentos de paseo, de encuentros, momentos de no hacer nada, momentos de planificar. Pero la verdad es que nunca sabemos cuándo van a ser esos momentos en el día o si todos los días van a tener esos momentos.

Para ser sinceros, a veces resulta cansador no saber qué hacer de tu día y simplemente quisiéramos no tener que pensar en todo lo que hay que organizar:

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dónde dormir: ¿alquilamos algo o pagamos un hospedaje o pedimos couchsurfing o trabajamos por intercambio? (Pueden tener más detalle en “Cómo viajar sin pagar alojamiento durante cuatro meses”)

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dónde comer: ¿compramos unos Maruchan (fideos instantáneos horribles) o comemos en la calle o cocinamos en la casa en la que nos quedamos?

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hacia dónde ir: ¿alargamos la estadía en este lugar o apuramos para llegar al próximo destino?

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dónde y cómo trabajar: ¿hay algún lugar público con buena señal de WIFI? ¿El lugar que alquilamos tiene un escritorio para trabajar? ¿ofrecemos trabajar por intercambio?

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cómo viajar: ¿hacemos dedo o vamos en bus? ¿vamos un colectivo o pagamos un taxi?

A estas preguntas se suman las particularidades de cada país; y en cada país, las particularidades de cada región; y en cada región, las particularidades de cada casa en la que nos alojamos y depende además del mes en el que estamos o el día de la semana y las particularidades de las personas con las que estamos conviviendo. Así es como las posibilidades de respuestas se van multiplicando.  

Pero pese a todas las decisiones que tenemos que tomar volvemos elegir no saber cómo va a ser mañana porque nos obliga a pensar todo el tiempo si lo que hacemos es realmente lo que queremos hacer o si lo hacemos porque simplemente es lo que venimos haciendo o porque es lo que hay que hacer. Aunque a veces resulte incómodo hacerse esta pregunta,  es esa pregunta -y la real posibilidad de hacerla- una razón para viajar y vivir de forma itinerante.

¿Qué pensás? ¿Te sentís identificado? ¿Para vos es una razón para viajar? Dejanos un comentario abajo.

Si querés conocer otros motivos para vivir viajando no te pierdas: “5 motivos para viajar y no parar nunca más.”

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