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Modo pausa: cómo transcurre la vida en San José de Chiquitos

Salimos a caminar. Pasa una moto. Nos cruzamos con dos niños de entre siete a cinco años. El más chico tiene una canastita. Una tela que tapa algo que supongo es comida. Los pasamos. Los saludamos. Responden tímidamente. A las dos cuadras, se escucha un grito con tono de canto. Distingo algo así como: «Doooooooñaaaaaaaa Roooooooosaaaa«. Así transcurre la vida en San José de Chiquitos.

En San José todas son doñas. Yo también que tengo 32 años, no estoy casada y no tengo hijos. Me dice doña la que tiene 23 y la que tiene 40; y no me tutea nadie. Yo confieso que no se hablar sin tutear.

La vida en San José de Chiquitos

Pasa una moto. Caminamos hasta que los perros nos impiden pasar. En realidad fue mi miedo; pero la culpa es de los perros. En realidad es mi culpa tenerle miedo a los perros pero el responsable es uno que me mordió en Brasil hace tres años. Igual la mayoría está acostado y al costado de la calle, algunos bajo la sombra y otros al sol; descansan y se mueven como los chiquitanos: lento. Así transcurre la vida en San José de Chiquitos.

La vida de los perros en San José de Chiquitos

Al costado de la calle también están los autos, ni en las cocheras ni en los garage. Autos sin patente a los que no les podemos reconocer el modelo que alguna vez fueron. Se escuchan muchos pajaritos y grillos, aunque son las 8. 30 de la mañana. Se escucha una moto. También las gallinas, que cacarean como vecinas chusmeando. Caminan entre los pastizales, saltan la basura. No entiendo cómo no se pierden… tampoco cómo no se las roban. Una señorita barre el patio de su casa; el piso es de tierra.

La vida de las gallinas en San José de Chiquitos

Los que también están echados al costado son los ancianos (y los que no lo son tanto). Aunque están sentados en sus sillas y al costado de la casa, no de la calle; están bajo la sombra que da el techo de la galería. Galería le decimos nosotros, no se cómo le dicen los chiquitanos o los bolivianos a esa zona que rodea la casa, que tiene techo y piso; esa parte de la casa que está afuera. El único lugar donde uno se puede sentar porque bajo el sol nadie puede quedarse descansando; aunque mejor dicho en San José de Chiquitos bajo el sol no se puede hacer nada.

La vida de las personas en San José de Chiquitos

Cuando «está fuerte la calor», los niños, los ancianos, los perros, las gallinas y las motos, todos hacemos lo mismo: nada. O simplemente esperamos que la tierra siga girando en su eje, pase el horario de la siesta y llegue el atardecer. Así transcurre la vida en San José de Chiquitos

Igual, San José de Chiquitos tiene un horario raro de siesta. Estoy acostumbrada al horario de pueblos calurosos de Argentina: allí se empieza bien temprano, al mediodía muere todo y recién a partir se las cinco o cinco y media de la tarde las almas resucitan. No se por qué hablo tanto del tiempo si por estos lados, en realidad, la temporalidad es un concepto muy difuso. Que nosotros pensemos que «el tiempo se pierde» es culpa de nuestra cosmovisión.

Las vida en las calles de San José de Chiquitos

En San José de Chiquitos el tiempo transcurre. Aunque a veces pareciera que no. No pasa nada, no se mueve nada, no se escucha nada. A veces una moto. Cada tanto pasa un tucán volando y la sensación es que todo alrededor se detiene durante unos segundos. Realmente es un vuelo que hipnotiza: no podés dejar de mirarlo; en ese momento no importa nada más.

La vida al aire libre en San José de Chiquitos

El silencio se interrumpe cuando pasa una moto o cuando algún vecino quiere llamar la atención y sube el volumen de la música para que se escuche a tres cuadras a la redonda. Y como no hay edificios que se interpongan, el ruido siempre llega. Así transcurre la vida en San José de Chiquitos.

Los pájaros, los gallos, los grillos son parte de la música ambiente del pueblo. Las motos también, hay que decirlo. El viento sopla, chifla y silva.

La vida arriba de una moto en San José de Chiquitos

El clima tiene aroma. No sólo a tormenta, que es ese que distinguimos todos y que a todos nos gusta de tierra mojada; sino que también huele a calor y cuando viene «el surcito» huele a frío.

También huele a «quema» demasiado seguido. ¿Cuánto bosque seco chiquitano se está muriendo para producir ganado? ¿Cuánto monte nativo se está perdiendo para alimentarnos?
Un poco así (o más o menos así ) transcurre la vida en San José de Chiquitos.

Los atardeceres de San José de Chiquitos

Como San José de Chiquitos nos gusta tanto es que lo incluimos, junto con la Chiquitania dentro de los «Seis lugares turísticos de Bolivia que muchos no conocen».

Comentarios (1)

Lindo relato… «Así nomas es» la vida en el oriente boliviano. Un fuerte abrazo a ambos.

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