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Isla de Pascua (II): El circuito de los ahu y los moai

Es una obviedad decir que si fuimos a Isla de Pascua es porque nos interesan los sitios arqueológicos. Nos intrigan, nos despiertan curiosidad, nos generación admiración y también preguntas. Nos gusta aprender de las culturas ancestrales conociendo los lugares donde se desarrollaron y experimentando en primera persona cómo son y cómo viven las sociedades herederas de esas culturas. Definitivamente, los moai de Rapa Nui eran una obsesión hasta que fuimos a la isla.

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Una imagen que se repite: Los moai con el Pacífico de fondo.

Todas esas esculturas simbolizan una particular forma de vida, expresan creencias y nos hablan de cómo en el pasado los rapanuenses vivían el día a día. Ahora son objeto de nuestra fascinación.

El capítulo II de nuestra estadía en Isla de Pascua es el relato de cómo nos fuimos sorprendiendo y entusiasmando a cada paso.

Una vez aclimatados en la isla, nos organizamos para alquilar un auto con otra pareja que también estaba en el camping. La mayor parte de los sitios arqueológicos está alejada del pueblo y solo se puede ir en vehículo. Como ya sabíamos esto, en el continente habíamos averiguado en empresas internacionales como Europcar, pero finalmente decidimos resolverlo directamente en la isla. Encontramos una promoción de una Susuki Jimmy por 48 hs que realmente resultó muy conveniente: 35.000 CLP por día más el combustible, que encima es muy barato. Sin dudas es la mejor opción. (Acá un video >>)

Con mapa en mano, arrancamos temprano para aprovechar lo más posible el día. Empezamos por el primer punto que aparecía en el camino hacia el lado este de la isla. El mapa marcaba una silueta de un moai, muy cerca del aeropuerto, llamado Vinapu; hacia allí fuimos.

Nos encontramos con un montón de rocas que parecían formar una estructura y algunos moai derribados. Hasta ese momento no sabíamos mucho sobre el significado de cada lugar y construcción.

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Otra imagen que se repite: muchas rocas y restos de moai tirados por ahí.

Las placas informativas nos hablaban de los “ahu”. Allí entendimos que los moai no están así solos en el terreno sino que siempre se encuentran sobre una base escalonada que es la plataforma ceremonial.

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Moai tomando sol.
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Círculo ceremonial frente a la plataforma de los moai.

De ahí en adelante avanzamos por la ruta -a no más de 60km/h- y paramos en cada punto que en el mapa tenía la silueta de un moai. Pasamos por cuatro lugares donde encontramos la misma situación de plataformas ceremoniales casi cubiertas por el pasto y los moai en el piso muy desgastados producto de la erosión.

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Todos los moai estaban descansando.

Algunas de las esculturas estaban muy lejos de las plataformas -50 o 100 metros- y no podíamos entender cómo habían llegado hasta ahí. Resulta -o eso dicen algunos historiadores- que a partir del año 1600 comenzó una época de guerras intertribales en las que se derribaban los moai y se destruían los centros ceremoniales mutuamente. Ningún moai quedó erguido. Por lo que ahí nos enteramos que todas las construcciones que están de pie están restauradas, pegadas en algunos casos y vueltas a levantar.

La expectativa crecía. Queríamos ver las grandes estatuas erguidas e imponentes.

Cerca del mediodía tomamos la ruta que indicaba el camino al Volcán Rano Raraku. Era un punto al que había que ir solo por estar marcado en el mapa y porque había un cartel con una flecha que indicaba doblar a la izquierda. No sabíamos qué nos íbamos a encontrar.

A medida que nos acercábamos nos dimos cuenta que lo que veíamos en las laderas del extinto volcán eran decenas de moai erguidos de varios tamaños y en diferentes posiciones.

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Y finalmente nos encontramos con cientos de moai que se quedaron esperando ser trasladados.

Ese sector forma parte del Parque Nacional pero dado el conflicto por la administración de los sitios no había nadie en la entrada, así que todos pasábamos siguiendo las pocas indicaciones.

Primero fuimos al sector del humedal, es decir al antiguo cráter del volcán que hoy es una laguna con una gran diversidad de flora y fauna. Nos acercamos tanto a un moai que de repente apareció una mujer gritando y al acercarse entendimos que nos decía que no podíamos estar ahí.

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A estos moai todavía los están desenterrando y sin saber nos metimos en la zona prohibida.

Claramente nosotros no lo hicimos a propósito. Parece que existía un cartel que decía “Prohibido el paso”, pero resultó estar dado vuelta así que nosotros caminamos por el sendero pensando que estaba habilitado. Después la mujer, más calmada, nos explicó que ese camino solo lo usan los investigadores y que no es para el público en general porque es un sector que todavía se encuentra en proceso de investigación.

Una de las consecuencias de la toma de los sitios por parte del grupo manifestante fue que durante varios meses los sitios arqueológicos estuvieron sin personal responsable del cuidado y que controlara a los visitantes. (Todo el detalle lo contamos en Actualidad e historia de Rapa Nui.)

Después de quedarnos con un poco de culpa, seguimos el recorrido por la parte externa del volcán. Rano Raraku es como la fábrica de los moai o, como se la denomina, la cantera. Todas las esculturas que están en la isla fueron talladas de principio a fin allí, directamente sobre la roca volcánica –ceniza endurecida- ya que es fácil de manipular.

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Algunos moai se enterraron con el tiempo.

Lo que no es fácil es trasladar a esas semejantes estructuras a los centros ceremoniales distribuidos en todas partes de la isla. De hecho, existen diferentes teorías acerca de las formas de traslados pero todavía los investigadores no pudieron determinar una. (Por eso está el mito de que fueron extraterrestres los que movían los moai.)

Sin dudas es uno de los sitios arqueológicos más importantes de Isla de Pascua. Hay 397 moai semienterrados y en diferentes etapas de tallado. Nos maravillamos con las diferentes expresiones de los rostros, los tamaños y posiciones.

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Los pocos moai que miran al Pacífico.

Allí también se encuentra el moai más grande de toda la isla. Mide 21 metros de alto y calculan que pesa más de 700 toneladas; quedó acostado o dormido según la leyenda. La creencia Rapa Nui sostiene que una vez instalados en los Ahu, los moai “cobraban vida” al momento de colocarles los ojos con restos de coral y obsidiana.

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Este moai no llegó a levantarse nunca.

La caminata por el la fábrica duró aproximadamente dos horas, no es que sea un sendero largo sino porque en cada moai nos deteníamos muchos minutos a observar cada detalle. Uno tiene en la espalda tallado un barco estilo carabela –obviamente lo grabaron allí después del primer contacto con los europeos-, otro está arrodillado –el único que vimos en esta posición y otros con cara de “no se qué”.

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Cara de moai.

Casi al final del camino, luego de una pequeña curva, aparece una gran vista del Ahu Tongariki, la plataforma funeraria más grande de Rapa Nui. De fondo, las aguas turquesas del Pacífico y en primer plano 15 moai. Toda la escena es imponente.

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Los 15 moai de Tongariki desde Ranu Raraku.

Queríamos ir corriendo pero antes nos sentamos a almorzar en unas mesitas a la entrada del Parque. Fue rápido porque nos sorprendió una tormenta pasajera de esas que son típicas en la isla.

Efectivamente el siguiente punto marcado en el mapa es el Ahu Tongariki. La vista desde la ruta de todas las esculturas –restauradas perfectamente- resulta excitante y una vez en el centro ceremonial sentimos toda la energía del lugar recorrernos el cuerpo (y obviamente yo me descalcé).

En general todos los moai miran hacia el interior de la isla lo que en principio llama la atención pero tiene mucha lógica. Esas construcciones megalíticas fueron la forma de rendir culto a los ancestros, son la representación de los antepasados. Por lo que los Rapa Nui los construyeron mirando hacia las aldeas para poder verlos a la cara todos los días, para tenerlos presentes en su cotidianeidad y de fondo el paisaje; como nosotros actualmente cuando sacamos una foto. Solo que ellos en vez de hacer una versión en miniatura y tenerlos sobre un mueble lo hicieron a lo grande.

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Son los moai más imponentes de Isla de Pascua.
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Todo perfectamente calculado.

En Tongariki nos sentamos en el pasto, nos acercamos para ver los detalles, nos alejamos para ver en perspectiva y dimos vuelta a todo el ahu para no perdernos nada.

Queríamos quedarnos pero también queríamos aprovechar el auto y recorrer lo más posible, así que seguimos camino. Además sabíamos que íbamos a volver porque en ese punto de la isla es donde sale el sol. Así que una de las razones por las que alquilamos el auto dos días fue para poder estar en Tongariki a las siete de la mañana y ver salir el sol detrás de los 15 ancestros.

Eso hicimos al día siguiente. Lamentablemente, por la época del año en que fuimos (septiembre) el sol no sale exactamente detrás de la plataforma sino por encima de una lomada. Así que cuando apareció ya estaba muy alto, además había muchas nubes y llovía por lo que no fue la típica imagen del amanecer perfecto. Igualmente valió la pena madrugar por el espectáculo de colores y por volver a sentir la energía del lugar.

A continuación se abre un camino para ir la zona del volcán Poike pero como nos dijeron que los sitios arqueológicos del lugar son difíciles de encontrar sin un guía seguimos de largo.

La siguiente parada fue en Papa Vaka un sitio que concentra muchos petroglifos y donde se encuentra el más grande de toda la isla: el dibujo de una canoa de 12 metros de largo. También hay muchas grabaciones de atunes, el pez más típico de la zona, y muchos anzuelos.

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La vida marítima representada en los petroglifos.

Sin saberlo nos perdimos de visitar una de las zonas más simbólicas de Rapa Nui: el Ahu  Te Pito Kura. Nuestros compañeros de auto querían llegar rápido a la playa porque se estaba nublando y  no estaban tan interesados en ver más plataformas ceremoniales. Días después nos enteramos que allí se encuentra el moai más grande que llegó a ser trasladado desde la cantera de Rano Raraku. –más de 10 m-.

Además es el centro energético de la isla. Allí se encuentra una piedra redonda perfectamente pulida –nos dijeron- que por su gran contenido de hierro hace que las brújulas se vuelvan bastante locas. La leyenda cuenta que es la roca que trajo el Ariki Hotu Matua’a, el rey que llegó desde otra isla polinésica a poblar Rapa Nui.

Nuestra recomendación es: deténganse en todos los puntos que en los mapas tienen algún nombre, aunque desde la ruta no visualicen nada.

La ruta arqueológica continúa en Anakena, la principal playa de la isla. La imagen  de la plataforma ceremonial con los moai de pie y la playa de arena blanca y el mar turquesa es de ensueño. Obviamente, después de recorrer los ahu es obligado un descanso en la playa. A nosotros nos tocó una tarde muy nublada, ventosa y fresca así que solo me animé a meter los pies. Mariano se quedó en la arena.

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Los moai que mejor la pasan.

Después seguimos a Ahu Akivi, uno de los pocos sitios que están en el interior de la isla y además son los únicos moai que miran hacia el mar, aunque uno no se da cuenta porque no está sobre la costa. La leyenda cuenta que representan a los siete exploradores enviados por el rey Ariki Hotu Matu’a para determinar si esa isla era apta para la vida del pueblo allí.

Los investigadores además señalan su importancia astronómica porque están orientados exactamente hacia donde se produce el equinoccio de primavera.

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Estos moai están orientados a la costa pero no disfrutan de la vista del mar.

A este Ahu volvimos a visitarlo el día que alquilamos las bicicletas e hicimos el sendero de las cavernas. Es el punto culminante e ideal para descansar después de todo el recorrido.

El último complejo arqueológico que conocimos fue Tahai, que alberga tres plataformas ceremoniales. Lo bueno es que queda a 10 minutos caminando desde el pueblo hacia el oeste por lo que lo visitamos en varias oportunidades.

Una de esas fue para ver el atardecer porque el sol se esconde en el horizonte justo detrás de los moai. Obviamente todo el mundo está ahí viendo el mismo espectáculo pero de casualidad todos nos acomodamos alejados de la plataforma para no molestar a nadie. Son de esas escenas que se quedan en la retina. (Acá la pueden ver en video >>)

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Sin palabras. Los moai lo dicen todo.

Hay otras plataformas ceremoniales a pocas cuadras del pueblo sobre la costanera y en el puerto de pescadores. Sin embargo son menos imponentes ya que son esculturas más pequeñas y están tan restauradas que parecen artificiales. Fundamentalmente porque le simularon los ojos que solían tener.

También hay muchos sitios que aún no fueron restaurados en el que todavía están trabajando investigadores. Y esa es una de las cosas interesantes que tiene Isla de Pascua: qué todavía falta mucho por descubrir.

AVISO: El circuito de los ahu y moai es el segundo de muchos capítulos sobre Rapa Nui. Leé los otros:

(En esa nota detallamos toda la información práctica.)

¿Te quedaste con ganas de más? Mirá las mejores imágenes de Isla de Pascua acá >>

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Comentarios (2)

HOLA …MOAI..ES ERRONEO…ESE NO ES SU VERDADERO NOMBRE

Hola, así lo encontramos en todos los sitios de la Isla. ¿Cuál es el nombre correcto y por qué Moai es incorrecto? Abrazos

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