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Un año de viaje: 11 cosas que aprendimos al vivir viajando

Casi sin darnos cuenta cumplimos un año desde que comenzamos a vivir viajando. Hace un año que “Dimos el primer paso de un viaje de mil millas”. Aquel 15 de marzo de 2015 en el que partimos de Tigre, Argentina, hacia Carmelo, Uruguay, quedó tan atrás que parece que fue en otra vida. O en realidad, desde ese día nos cambió tanto la vida que el tiempo pasó a otro plano.

Como siempre decimos, nuestro viaje es un proyecto de vida, por eso a un año de salir podemos confirmar que vivir viajando fue la mejor decisión que tomamos en nuestras vidas. Cuando miramos para atrás no podemos creer la cantidad de lugares increíbles que visitamos y la cantidad (y calidad) de personas que conocimos.

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En Caleta Tortel, Chile, donde el Río Baker desemboca en el Océano Pacífico.

A modo de festejo reflexionamos sobre 11 cosas que aprendimos al vivir viajando en estos 365 días en los que estuvimos en Uruguay, Brasil, Paraguay, Chile, Argentina y Bolivia.

Actualización 2017: Ya cumplimos dos años de vivir viajando. Obvio que seguimos aprendiendo, por eso escribimos 5 motivos para viajar y no parar nunca más. Reflexiones de dos años viajando

¿Qué aprendimos al vivir viajando?

1 – A disfrutar de la incertidumbre

Si algo formaba parte fundamental de nuestra vida anterior era la planificación. Prácticamente ya sabíamos lo que iba a pasar al menos en los siguientes seis meses. Sabíamos en dónde íbamos a trabajar, cuánto íbamos a ganar y gastar, qué íbamos a estudiar y cuándo íbamos a rendir, a dónde nos íbamos a ir de vacaciones, en qué feriados nos íbamos a hacer una escapada, cuántas cuotas nos faltaban para pagar tal o cual cosa.

Si algo aprendimos en este año de vivir viajando fue a convivir con la incertidumbre. Estando de viaje difícilmente sepamos qué es lo que vamos a estar haciendo en un par de días. Por ejemplo, mientras escribimos estas líneas no tenemos ninguna certeza de dónde dormiremos mañana.

Las incertidumbres son muchas, las más recurrentes son en dónde dormiremos o en qué ciudad estaremos. Pero también se suman otras como a qué personas conoceremos, qué cosas buenas o malas nos pasarán, en qué trabajaremos o de dónde sacaremos plata.

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Este es el jardín donde dormimos cuando nadie nos levantó en Cochrane. Claramente, no lo habíamos planificado.

Y lo que aprendimos al convivir con la incertidumbre es que no es tan malo. De hecho todo lo contrario, la incertidumbre nos mantiene atentos, nos mantiene activos. Todo el tiempo estamos pensando en cómo resolver los imprevistos que se nos presentan y cómo hacer para seguir adelante.

En nuestra vida sedentaria la planificación nos agobiaba y nos sacaba espontaneidad. Desde hace un año estamos todo el tiempo abiertos a vivir cosas nuevas sin importar si están planificadas o no.

De hecho, muchas veces intentamos planificar algo, por ejemplo una ruta, y por una u otra cosa tenemos que cambiar y podemos asegurar que es lo más entretenido de vivir viajando.

2 – Las cosas se resuelven si las encaramos con optimismo

Esto está directamente relacionado con el punto anterior. La clave para relajarse y poder vivir en la incertidumbre, sin que todo esté planificado, es saber que las cosas siempre se resuelven. Y eso también lo aprendimos al vivir viajando.

Cada problema o imprevisto que tuvimos se resolvió. Obviamente hay que ocuparse y actuar, pero siempre sabiendo en que todo se resuelve. -No creemos en los manuales de autoayuda pero…- Los buenos pensamientos encadenan otros buenos pensamientos y buenas acciones. Incluso en los momentos más difíciles hay que confiar que las cosas se van a encaminar para donde nosotros queremos. A nosotros nos funciona bien :). 

Ahora, como decimos esto, también decimos lo contrario. El peor enemigo para resolver problemas es ser negativo, si pensamos que las cosas van a salir mal, salen mal (no siempre, pero…).

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Después de varias horas con frío en el medio de la nada, alguien nos levantó.

A modo de ejemplo, nos ha pasado que se nos echaron a perder dos celulares y dos cámaras de fotos, que son fundamentales para nuestro trabajo. También nos han robado la billetera con dinero, documentos y tarjetas. Hemos llegado a lugares estando casi perdidos sin saber en dónde dormir. Nos hemos quedado en la ruta de noche sin que nadie nos levante. Tuvimos algún que otro problema de salud. Nos tocó trabajar en ambientes que no eran los mejores.

En todos los casos tratamos de encararlo de manera positiva, y viendo la manera de resolver las situaciones sin caer en posturas negativas o preguntarnos cosas como “¿Por qué a nosotros?”.

Vivir viajando te pone a prueba todo el tiempo y estamos seguros que la manera de sortear esas pruebas es con optimismo, porque si actuamos con optimismo las cosas siempre se van a resolver y saldremos adelante (por las dudas, lo decimos así porque nos conviene creerlo). Además cada prueba que nos propone el viaje es una instancia de aprendizaje y eso es lo mejor que nos puede pasar.

3 – Hay más gente buena que mala

Si decimos que se puede vivir en la incertidumbre porque las cosas siempre se resuelven es por una sola y sencilla razón: hay mucha más gente buena que mala. Es un cliché que vale la pena decirlo.

En todos los países que estuvimos confirmamos esa regla. Siempre encontramos alguien que sin conocernos nos dio hospedaje, nos invitó a comer, nos levantó haciendo dedo (incluso desviándose para dejarnos bien), nos dio trabajo, nos ayudó, nos preguntó si necesitábamos algo. En definitivamente en todos los lugares en los que estuvimos siempre alguien confió en nosotros.

Un ejemplo bien claro fue en Gramado, cuando Camil, a quien contactamos a través de Couchsurfing, tuvo que irse el fin de semana de la ciudad y a 10 minutos de conocernos nos dejó a cargo de su casa por tres días.

A Andrea la conocimos en un transbordador en la Carretera Austral. Le pedimos si podía llevarnos en su auto hasta el próximo pueblo. No nos llevó hasta el próximo pueblo, nos llevó hasta donde mejor nos quedaba, y al día siguiente hicimos juntos una excursión a las Capillas de Mármol y luego nos volvió a llevar unos 217 kilómetros más -que se hacen en más de 5 hs-.

Ese día terminamos en un karaoke festejando que habíamos atravesado los caminos de cornisa y ripio de la Carretera Austral sanos y salvos.

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Con Andrea compartimos más que el auto.

Luis, a los veinte minutos de conocernos mientras navegábamos por el Pacífico a bordo del Navimag, nos ofreció hacer con él el tramo Puerto Montt – Santiago de Chile. Pero con un detalle extra, nos dejó manejar su camioneta durante parte del trayecto así el descansaba un poco.

Además no solo nos lo ofreció a nosotros, sino que también sumó a una pareja del país Vasco que estaban en bici. Así que fuimos los cinco con las bicis incluidas en un viaje de más de 12 horas casi sin parar. 

Yoceline y Sergio nos abrieron las puertas del Hostel Cosmo Elqui en La Serena. Ahí trabajamos casi dos meses. Estando allí Camu debía defender su tesina de licenciatura por skype.

El problema era que el Cosmo estaba siempre lleno de turistas con ganas de divertirse por lo que no era el mejor lugar para defender la tesina. Por otro lado el wifi, si bien era muy bueno, podía fluctuar dependiendo de la cantidad de turistas conectados.

La solución nos la dieron Yoce y Sergio. Nos dejaron su departamento (ellos durmieron en el Hostel), para que Camu estudiara el día anterior y para dormir ahí sin posibilidad de disturbios. Como ellos no tenían internet allí, nos prestaron la casa de la abuela de Sergio en donde Camu bien descansada y conectada a internet por cable pudo defender su tesis y con un 10 terminar la carrera.

Como si eso fuese poco también se encargaron del festejo sorpresa. La verdad que con personas así nos sentimos como en casa.

Son solo unos ejemplos pero podemos asegurar que cosas así nos pasan todo el tiempo. Para que se den una idea más concreta de lo que hablamos armamos la siguiente lista:

  • Días de viaje: 365
  • Noches hospedados a través de Couchsurfing: 69
  • Noches hospedados a través de intercambios laborales: 133
  • Personas que nos levantaron a dedo: 105

4 – La comunicación nos encuentra

Después de una década cursando la carrera de Ciencias de la Comunicación en la UBA –ahí donde nos conocimos– para nosotros es una obviedad que una instancia de comunicación es un espacio/tiempo que nos da la posibilidad de construir con otros –estamos parafraseando a la gran María Cristina Mata-. Es la dimensión de la comunicación que nos apasiona: la que vincula, conecta y nos encuentra.

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Con cara de “¿Qué obviedad estoy diciendo?” en una capacitación.

Durante nuestros años de vida sedentaria la comunicación fue nuestro sustento, aunque nos daba bastantes dolores de cabeza porque el ámbito donde la desarrollábamos nos encorsetaba. Marian en el rubro publicitario y yo en el sector estatal.

Al salir de viaje nos propusimos hacer de la comunicación el eje de nuestro proyecto de vida itinerante junto a la modalidad del intercambio. A pesar de que durante años en la facultad nuestros profesores nos frustraron diciendo que lamentablemente aunque la comunicación es muy amplia no lo es tanto el campo laboral.

Más allá de tener un blog de viajes dónde contar y compartir las experiencias de vivir viajando y los lugares que conocemos, pensamos en vivir principalmente de la comunicación (aunque también estamos abiertos a experimentar otras formas de sustento).  

Así lo hicimos desde el principio. Nos presentamos como Licenciados en Comunicación y contamos todo lo que podemos hacer: redacción, contenidos, capacitación, planificación.

Y para nuestra sorpresa aprendimos que la comunicación nos abre infinidad de puertas. En lo laboral porque en todos los rubros se necesitan comunicadores –somos un poco bastante egocéntricos al decir esto, pero si no nos la creemos no podemos seguir viajando-.

Hicimos planes de comunicación para hospedajes, escribimos para otros blog, difundimos destinos (blogtrip), capacitamos a empresas de turismo y a proyectos de turismo comunitario. 

Esta profesión nos posibilita tener experiencias tan simples como maravillosas. Por ejemplo dar capacitaciones a proyectos de turismo comunitario para poder administrar sus plataformas de difusión como quedarnos trabajando hasta la madrugada con una anfitriona de couchsurfing para ayudarla a hacer una presentación institucional de su empresa.

También nos posibilita ganar plata porque trabajamos de manera virtual para Argentina y –mientras escribimos estas líneas- estamos coordinando para realizar el primer taller de comunicación en una escuela.

(Si sos comunicólogo y estás leyendo esto, sentite más que bien; tenés mucho para hacer.)  

5 – Toda frontera es política

Un poco por casualidad y otro por causalidad, en este año de viaje estuvimos únicamente en todos los países que limitan con Argentina. Casualidad porque hace un año atrás pensábamos que íbamos a estar en Ecuador y recién estamos en Bolivia. Esto es un ejemplo de la poca planificación. Causalidad porque fue a partir de nuestra decisión de ir alargando la estadía en cada lugar.

En este itinerario cruzamos nueve pasos fronterizos. En cada país al que entramos por más que cruzáramos una cuadra, un puente, todo un río o la Cordillera de los Andes, a los pocos minutos pasábamos a ser extranjeros. Y era más que evidente cuando al lado del sello en el pasaporte nos ponían con lapicera la cantidad de días que nos permitían estar en cada país.

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“¿Pero no somos parte del MERCOSUR?” nos preguntábamos hacia adentro. “¿No podemos quedarnos el tiempo que queramos?” No, pero no importa. A los pocos días de haber entrado en Uruguay, Brasil, Paraguay, Chile y Bolivia nos pasó lo mismo: nos sentíamos como en casa. En algunos por la comida, en otros por la forma de expresarnos verbalmente, con algunos por la fisonomía de las ciudades o  por las costumbres cotidianas.

Aprendimos que entre Argentina –nuestro país y por lo tanto el que tomamos de referencia- y Uruguay, Brasil, Paraguay, Chile y/o Bolivia hay más cosas en común que las que suponíamos. Y confirmamos, una vez más, que las fronteras son políticas; límites entre Estados pero no necesariamente entre pueblos.

Decir que Uruguay es una provincia argentina es un chiste malísimo. Nosotros decimos que el Río de la Plata nos une más que nos separa. Las costas del río son como las nuestras: con gente tranquila descansando en la orilla. Nuestras playas sobre el Atlántico son como las de ellos: con grupos de amigos escuchando música hasta el atardecer.

Con el sur de Brasil nos diferencia el idioma obviamente, pero somos tan latinos que como sea nos entendemos gracias a una creación conjunta: el portuñol. Sus gaúchos (pronúnciese gaúllos) son nuestros gauchos y su chimarrão es nuestro mate.

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O chimarrão.

El mate nos une y nos atraviesa a todos. Los uruguayos con yerba sin palo, los brasileños con una yerba fluorescente, los paraguayos con agua helada, los chilenos con yerba saborizada y los bolivianos con yerba de Argentina.  

En todo Paraguay y Bolivia comimos tantas veces milanesa como lo solemos hacer en Argentina.

La Patagonia no es chilena o argentina. La Patagonia es el sur, donde la Cordillera nos une más que nos separa, donde los animales se sienten libres de un lado o del otro. Durante nuestro viaje por la Carretera Austral varias personas nos dijeron: “Yo soy patagón, antes que chileno”. Una declaración de identidad.

En el norte de Chile y Argentina y sur de Bolivia las construcciones son de adobe y la gente camina despacio. En Bolivia vocean. Si, usan el vos como nosotros. Es un placer no estar razonando cómo tenernos que dirigirnos a una persona.  

El asado será argentino, pero una buena parrillada o una carne a la parrilla (a carbón o en su defecto a gas) es patrimonio de todos los países donde estuvimos. En todos hay una región ganadera que alimenta a los carnívoros locales y que tiene productos de exportación como en nuestro país.

Y por supuesto el fútbol. Más allá de haber vivido la Copa América, en los cinco países por los transitamos los potreros están presentes en cada pueblo, los fines de semana las calles se llenan de hinchas que se desplazan y los barrios citadinos se caracterizan por los colores de los clubes.

Previa de partido de Inter en Beira Rio
Previa de partido del Inter en el Beira Río de Porto Alegre.

6 – Cada país es único y todos los lugares tienen su encanto

Así como aprendimos que como argentinos tenemos muchas cosas en común con los países limítrofes, también aprendimos que al mismo tiempo somos diferentes y que cada país tiene mucho para ofrecer.

En este punto Paraguay es el mejor ejemplo. Antes de ir, muchos nos preguntaban a qué íbamos a Paraguay. Simplemente queremos poner un pie en cada país del continente americano, conocer lo que nos une más allá de las fronteras y aquellos que nos hace diferentes –pero que no debería separarnos.-

La experiencia en Paraguay fue maravillosa por tantas cosas diferentes que vivimos: el español mezclado con el guaraní, una capital que parece un pueblo –recordemos que tomamos con referencia a nuestro país-, colonias menonitas que hablan alemán en el medio del Chaco Paraguayo.

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Los carteles en Filadelfia están todos en español y alemán.

En Chile nos maravillamos tanto que nos quedamos siete meses. Por un lado porque nos sentimos muy cómodos: oportunidades laborales y conocidos que se hicieron amigos. Y por el otro una belleza natural en cada extremo del país que no nos queríamos perder. Conocimos lugares de fama mundial como Isla de Pascua o San Pedro de Atacama y lugares sin prensa como Melipeuco y Puerto Guadal, donde fuimos porque alguien de couchsurfing nos recibía. Nos sorpendimos con muchas cosas que no imaginábamos de ese país.

Lo mismo nos pasó en Bolivia, fuimos a grandes lugares turísticos como Uyuni, Potosí o La Paz, pero también fuimos a lugares sobre los que nunca habíamos escuchado como Tupiza, porque nos quedaba de paso o  Tarija, porque Hernán se ofreció a recibirnos.

Cada lugar es único, por sus paisajes y atractivos, pero también por su gente y por sus costumbres. Lo que queremos decir es que no nos importa si un lugar es bonito o no, nosotros queremos ir igual, porque en todos los lugares hay cosas para aprender. Incluso hay lugares que visitamos que no nos gustaron o a los que no volveríamos pero cómo hubiésemos sabido eso sin ir.

7 – Todos hacemos política al caminar

Si alguien piensa que al irse del país para vivir viajando se va a poder olvidar de las cuestiones políticas está más que equivocado. Cruzar una frontera y sellar el pasaporte es el primer acto político del viajero internacional–y quien lo hace de manera ilegal también-.

En definitiva, la estadía en un país mucho depende de las buenas relaciones políticas entre los Estados. No es lo mismo cruzar a Bolivia que entrar a EE.UU., ya lo sabemos. Varias veces escuchamos a viajeros estadounidenses quejarse de que en Bolivia les cobran la VISA por el ingreso al país. Se debe al principio de reciprocidad internacional, como EE.UU. lo hace con los bolivianos, en el Estado Plurinacional lo hacen con los “gringos”.

A nosotros nos tocará solicitar la VISA cuando lleguemos al norte. Como estrategia sacamos el Pasaporte Italiano de manera de tener más posibilidades de entrar.

Pero una vez que el viajero logra pasar la frontera, la vida política del país al que llega pasa a formar parte de su vida. El tipo de cambio, por ejemplo. Cuando llegamos a Chile la cotización era 620 pesos chilenos por cada dólar estadounidense y a los tres meses llegó a estar 720. En el medio tuvimos que cambiar plata y salimos perdiendo.

Cuando escribimos sobre Isla de Pascua contamos que fuimos testigos del reclamo de un grupo de rapanuenses por la administración del Parque Nacional Rapa Nui. Lo bueno es que durante los meses que duró el conflicto se suspendió el cobro de la entrada, por lo que zafamos de pagar 45 dólares cada uno. Lo malo es que muchos de los sitios arqueológicos estaban abandonados y que había lugares restringidos en horarios determinados por lo que uno no podía transitar libremente.

En Bolivia estuvimos presentes el día del referemdum en el que se consultó por el cambio de un artículo de la constitución. Como en el país el día de las elecciones no funciona ningún transporte público sencillamente no se puede hacer nada más que caminar o descansar.

También en Bolivia fuimos testigos del paro camionero –en reclamo al Gobierno de Evo- que duró varias semanas a comienzo de este año y afectó significativamente a los eventos del Carnaval. Nosotros justo viajamos por tren así que llegamos sin problemas a Oruro, pero estando allá vimos un montón de gradas vacías porque miles de personas no pudieron llegar. También hubo muchos extranjeros que no podían cruzar la frontera a Chile o Argentina para continuar con sus viajes.

Al llegar a Curitiba, Denise, quién nos hospedó, nos advirtió que en la plaza que quedaba a unas cuadras de la casa había una protesta docente. Se manifestaban porque que se negaban a aceptar un cambio en el sistema de jubilaciones que los perjudicaba.

Nosotros nos acercamos para ver de qué se trataba y resulta que vivimos un día tristemente histórico para la ciudad ya que hubo cientos de heridos. Justo al día siguiente era 1 de mayo, Día del Trabajador. Nosotros vivimos un Día del Trabajador de manera especial porque toda la ciudad estaba conmocionada.

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Acampe docente en el centro de Curitiba

Y en nuestro caso también nos atraviesa la política de nuestro país. Nunca fue nuestro objetivo dejar atrás la política nacional ya que afirmamos nuestra condición de sujetos políticos. Seguimos de cerca la elección del nuevo presidente y todas las decisiones que está tomando.

Primero porque nos importa nuestro país. No nos fuimos porque no nos gusta o estamos disconformes, nos fuimos porque queremos enriquecernos, porque el mundo es mucho más grande que la Argentina, porque tenemos un proyecto personal de vivir experiencias que solo podemos encontrar en otros países y al vivir viajando.

Segundo porque nuestra familia y amigos siguen viviendo allá y la política atraviesas sus vidas, por supuesto. Y tercero, porque trabajamos para clientes que están allá, así que nos afecta lo que a ellos les afecte en cuestiones laborales.   

Por todo esto, hay una frase de la canción Ey paisano de Raly Barrionuevo que la recordamos en cada país. “Pensé que de política no iba a hablar pero ahora que recuerdo, política hacemos todos al caminar.”

8 – La importancia de estar ahí

“No me regalen más libros porque no los leo. Lo que he aprendido es porque lo veo”, así dice Calle 13 en nuestra canción favorita Dar la vuelta al mundo. A nosotros nos encantan los libros y queremos que nos sigan regalando muchos. Es más, queremos escribir uno de nuestra experiencia de vivir viajando.

Sin embargo, al haber viajado y vivido la cotidianidad en lugares tan diversos nos hace reflexionar día a día sobre lo que aprendemos mediante la educación oficial y lo que conocemos a través de los medios de comunicación. También en que cada experiencia es única y que la mirada sobre las cosas es tan personal que un mismo lugar o acontecimiento cambia según quien lo viva.

Por eso el “estar ahí” para nosotros es tan valioso. Uno no puede estar en todo el mundo al mismo tiempo y ser partícipe de los todos los hechos, pero aprendimos que estando en distintos lugares nos enriquecemos cada día: vivir la cotidianidad, mirar y ver el entorno donde nos movemos, escuchar a la gente y, también, leer libros de autores nacionales y consumir medios de comunicación locales.  

Haber estado en Chile nos dio una dimensión totalmente diferente sobre la –polémica- figura de Pinochet y lo que fue la dictadura. “Más allá de lo que hizo Pinochet, fue el único que se interesó por nosotros y construyó la Carretera Austral para conectarnos”, nos dijo una vez una habitante de la Patagonia chilena. Ni hablar de haber estado en Isla de Pascua para intentar comprender la historia y actualidad de Rapa Nui.

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Declaración en la calle principal de la Isla de Pascua. Esto no aparece en ningún medio ni guía de viajes.

Viajar por Paraguay y escucharlos hablar en guaraní y leer diarios en guaraní es algo que no nos esperábamos. Así como conocer la historia de los menonitas en el Chaco Paraguayo en primera persona, viendo su modo de vida y conversando sobre su experiencia.

Visitar la Serra Gaúcha en Brasil nos permitió comprobar que no es solo un país de playas paradisíacas o del Amazonas. Conocimos el frío brasileño y la historia de la migración alemana.  

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9 – La timidez no es un buen aliado

Podríamos afirmar esto en todos los ámbitos, pero nos centraremos solo en el mundo del viajero.

Todos los que nos conocen saben que no somos los más extrovertidos del mundo. Si bien no tenemos grandes problemas para relacionarnos, no somos de entablar relaciones rápidamente con cualquiera. No somos de los que encara a todo el mundo sacándole charla enseguida. Somos más bien retraídos y tratamos de pasar lo más desapercibidos posible.

Sin embargo, en este año de vivir viajando aprendimos que la timidez no es un buen aliado en la mayoría de las situaciones que nos toca vivir. Muchas veces es necesario dejar de lado la timidez y hasta en algunos casos hay que ser “caradura” para obtener lo que queremos. Siempre hay que priorizar vincularnos por sobre “el que pensarán” o el riesgo de quedar desubicados.

Ya el hecho de “hacer dedo” (o autostop) implica perder la timidez. Hay que pararse en medio del camino y de la manera más simpática posible pedir que nos lleven. Lo mismo para pedir un espacio de jardín para acampar. Ni hablar cuando hacemos Couchsurfing. ¿Se imaginan si alguien nos recibe en su casa, nos presta su baño y nos cocina y no le hablamos porque nos da vergüenza? Inviable.

En Chiloé, quien nos hospedaba en couchsurfing, nos invitó a un evento local en donde grupos bailaban y cantaban cueca. Por supuesto que fuimos. El problema fue cuando, al final, los bailarines sacaron a bailar al público. La timidez me invadió y no me moví de la silla aunque una joven me insistía. En cambio Camu tomó coraje y se animó a “tirar unos pasos” enfrente de todos.

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Cara de “no puedo creer qué estoy haciendo acá”.

Definitivamente si ninguno de los dos participaba no hubiésemos sido del todo amables. Además por supuesto que fue muy divertido.

Por estas cosas es que desde que nos terminamos de dar cuenta de que la timidez no es un buen aliado tratamos, sin exagerar, de desarrollar nuestro costado simpático y sociable. Podemos asegurar que no hay nada mejor que el encuentro entre personas. Y ese encuentro muchas veces es posible solo cuando dejamos de lado la timidez.  

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10 – El lujo es vulgaridad

Quizá es demasiado extremo afirmar lo que dicen los Redonditos de Ricota. Reconocemos que un baño con bidet es algo que desde que salimos de Argentina sólo tuvimos dos veces y lo extrañamos. Pero sí es verdad que al vivir viajando aprendimos que la vida puede ser mucho más austera de lo que solía ser para nosotros y que no cambia nada sustancialmente.

Hay comodidades materiales que extrañamos pero preferimos no tenerlas y llevar esta vida de viaje.

Viviendo de viaje es normal usar baño natural (si, se imaginan bien, entre los pastizales) o un baño compartido con gente del mismo sexo o con cualquiera.

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Este es un baño campestre.

La dieta también pasó a ser más austera. Nos gusta la carne –perdón a los vegetarianos y veganos- pero para nosotros es un lujo. Sin exagerar compramos carne para cocinar una vez, cuando le hicimos conocer las verdaderas milanesas argentinas a nuestros amigos chilenos del Hostel Cosmo Elqui. El resto de las veces – 10 como mucho- comimos carne vacuna en algún asado que nos invitaron.

Marian dice que en este año comió más arroz que en toda su vida. Comimos infinidad de veces las famosas sopas de fideos instantáneas que se hacen en 5 minutos. Las pastas frescas del domingo quedaron en el olvido.   

¿Una cama king size? ¿Qué es eso? Hemos dormido (o intentado dormir) en habitaciones con otras ocho personas, en buses que transitan caminos de cornisa, en terminales de bus, en el piso cuando había una sola cama. No somos grandes amantes de la carpa (yo me despierto ocho veces por noche por el sueño liviano y Marian casi que no entra en la bolsa de dormir) pero la llevamos con nosotros y la hemos usado, por ejemplo, en medio de una ruta nacional. 

Y no solo es lo material. Ambos teníamos trabajos de oficina, con calefacción en invierno y aire acondicionado en verano, con horarios convencionales con algunas excepciones de estar pendiente los fines de semana.

Mi trabajo en comunidades indígenas en ANSES me permitió experimentar condiciones laborales un poco más extremas como estar dando talleres en salones con techos de chapa bajo 45° C en el chaco salteño, pero eran algunos días al mes.

En este año de viaje, trabajamos generalmente frente a la computadora en cuestiones de comunicación pero nos pasó de trabajar durante un mes la recepción de un hostel donde experimentamos cosas nuevas.

Por ejemplo, conocimos cómo es un turno nocturno: acostarse a la 1 am pero levantarse a las 2, 3 y 4 de la madrugada para abrir la puerta a los huéspedes. Y también tener que meterme bajo a una ducha con una veinteañera casi inconsciente por el alcohol en sangre con el objetivo de reanimarla y sacarle el vómito que tenía encima.

Son cosas que no cambiamos. Las haríamos otra vez y las vamos a seguir haciendo para vivir viajando, que es como queremos vivir mientras más podamos.

También nos damos algunos lujos (pagos): Comer Freddo en cualquier lugar que encontramos una sucursal o probar helados “artesanales”,  pagar alguna noche en una habitación privada por más “mala muerte” que sea o en algún caso alquilar un auto cuando no hay otra manera de llegar a algún lugar. También nos aprovechamos un poco cuando nuestras familias vinieron a visitarnos.

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Disfrutando del Freddo en Chile.

Obviamente por intercambio o en blogtrips nos hemos dado algún que otro lujo como dormir en hoteles de varias estrellas con desayunos premium o recorrer lugares en tours privados o viajar en ferries.

11 – El intercambio es posible

Nuestro proyecto de vida tiene como uno de sus ejes el intercambio. Se basa en la idea simple de que todos tenemos algo para ofrecer que le puede ser útil al otro. Y ese otro tiene algo para ofrecernos que nos puede ayudar a nosotros.

No es ni más ni menos que la vieja práctica de trueque, aunque no tiene lugar en un mercado, sino que en la mayoría de los casos el intercambio se acuerda de manera virtual.

Antes de empezar a vivir viajando pocas veces habíamos tenido la oportunidad de explorar esa modalidad de trabajo y de vida. Normalmente el dinero se impone como intermediario entre lo que uno tiene para dar y lo que desea recibir.

Lo que aprendimos en este año de viaje es que nuestra teoría de que era viable explorar el intercambio como modo de supervivencia no está muy alejada de la realidad. Obviamente necesitamos dinero para llevar adelante nuestra vida, pero también se puede complementar perfectamente con el intercambio. Nos viene muy bien para ahorrar el dinero que ganamos por nuestro trabajo y también para vivir experiencias que de otra manera serían muy difícil de vivir.

A través del intercambio hemos recibido hospedaje, comida, transporte y tours. Nosotros en general ofrecemos servicios en comunicación: asesoramiento, capacitaciones, talleres y también difusión en nuestro blog y redes sociales y generación de contenido para otros blogs o medios.

Aunque también hemos hecho otros tipos de actividades como pintar, limpiar piscinas, atender un bar, ayudar en recepción de hospedajes. Realizamos intercambios de pocos días de duración y también otros que se llevaron a cabo durante un mes.

Para nosotros trabajar por intercambio tiene dos ventajas bien marcadas.

La primera es que muchas veces pedir dinero implica cuestiones que hacen que las cosas sean más difíciles. Desde la escasez del mismo hasta aprobaciones burocráticas que no suelen ir de la mano con nuestros tiempos.

Un hostel u hospedaje pequeño no suele contar con presupuesto para invertir en la gestión de la comunicación y redes sociales. Sin embargo, sí suelen tener dos camas disponibles para ofrecernos.  Grandes empresas u organismos gubernamentales tienen procesos de pago que demoran mucho tiempo y además no siempre pueden pagarle a extranjeros como nosotros que no residen en el país en el que operan. Pero sí tienen la forma de gestionar algo que nos ayude a recorrer el país y así poder vivir viajando.

La segunda es que cuando no hay dinero de por medio la relación entre las personas suele ser más fluída. No sabemos explicar bien a qué se debe esto pero automáticamente cuando alguien invierte dinero la relación de poder entre las partes no suele ser la más pareja y la exigencia suele ser desmedida: todo es para “ya”. 

A nosotros el intercambio nos está permitiendo tener experiencias geniales y lo vamos a seguir profundizando en el segundo año de vivir viajando que acabamos de empezar.

Aprendizajes bien superficiales de vivir viajando

No se crean que todos los aprendizajes que tuvimos luego de un año de vivir viajando son profundos o rozan lo filosófico. Aquí les dejamos algunos aprendizajes viajeros que no nos sirven de mucho pero igual son parte de nuestra experiencia.

  • Aprendimos que hay ciudades mucho más caóticas que Buenos Aires. Eso lo vivimos por ejemplo tomando un transporte público o al intentar cruzar por una senda peatonal en La Paz.
  • Aprendimos, desde nuestra total ignorancia, la influencia que tiene la música argentina en los países que visitamos. En todos los lugares que estuvimos fue normal subir a un auto o entrar a un lugar y que suene música argentina. También conversando con locales nos contaron la influencia de la música argentina en sus vidas. Desde los clásicos Soda Stereo, Fito Páez, Spinetta o La Renga hasta los más actuales Las Pastillas del Abuelo; sin faltar por supuesto los festivos Ráfaga o Agapornis. Un lindo orgullo que muchas veces nos puso la piel de pollo y nos hizo sentir como en casa.
  • Aprendimos que las empanadas y el helado de Argentina son los mejores de la región. Perdón la soberbia argenta, pero si hiciéramos una estudio científico estamos seguros que daría ese resultado.
  • Aprendimos que el fútbol, la comida y el clima, son temas de conversación universales que sacan adelante cualquier situación.
  • Aprendimos la importancia de los adaptadores de corriente eléctrica al vivir viajando.
  • Aprendimos que hay lugares en donde se desayuna chorizo, lomito y pollo a la cacerola.
  • Aprendimos que en Bolivia los lácteos y carnes no se guardan en la heladera y a nadie le pasa nada.

Y ustedes… ¿qué aprendieron en sus viajes?

¡Queremos que compartan sus aprendizajes!

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Comentarios (8)

Hola Chicos…
Los admiro por la valentía de salir “de la zona de confort”.. Los admiro por animarse a jugarse por un sueño y también por enseñar a los demás cuánto se puede cuando te proponés algo y no solo te enfocas, sino también tenés una persona que te apoya y te acompaña…
Sinceramente empecé a leer la publicación casi sin esperanza de nada nuevo, simplemente pensar en viajar me ilusiona y me da miedo (hoy, 4 de Junio de 2021 en Misiones-Argentina y atravesando cuarentenas y restricciones sanitarias x el maldito covid)… Sin embargo sus líneas taaan bien escritas, me llevaron a pensar que aún tengo muchos sueños por cumplir relacionados a viajar y que me encantaría tener ese coraje y decisión para animarme a hacerlo….
Les mando un abrazo… Me suscribiré al newsletter para leerlos más seguidos. Éxitos en lo que sigue!

Wow Lorena, gracias por tremendo mensaje! Además nos hiciste recordar esta nota que escribimos hace más de 5 años! Todos tenemos sueños por cumplir y el coraje para enfrentarlos. Hay una frase que dice algo como cada uno sueña aquello que puede cumplir, o algo así jaja. Te apoyamos en lo que estés soñando.
Ahora estamos por Argentina, intentando recorrer todo el país así que seguro pasemos por Misiones. Un abrazo!

Hola chicos!!! Que buena experiencia la que estan viviendo, los felicito!! Me gustaria viajar desde Argentina hasta Mexico, como puedo ponerme en contacto con ustedes asi me orientan un poco??
Saludos!!

Hola Sabri, creo que ya nos escribiste por mail, pero siempre estamos disponibles o por acá o por las redes sociales. Abrazos

Genial! maravilloso lo que hacen y que lo hagan juntos! me gustaron las reflexiones viajeras, la incertidumbre da miedo pero me imagino que de a dos es mas soportable… y encontrarse en otro pais sin comodidades como en casa no me parece dificil de afrontar todo lo contrario una manera de salir adelante poniendo lo mejor de uno por uno mismo, lejos de la comodidad. Me sirvió mucho lo que pusieron de cada país latinoamericano, creo que me voy para alguno de ellos!. Un abrazo. feliz viaje!

Hola Valentina, que bueno que te haya servido,es tal cual como decís vos, poner lo mejor de cada uno para salir adelante, de eso se trata. Si tenés dudas puntuales de algun pais no dejes de escribirnos. Abrazo

Chicos! me encantó la nota. Muy completa y muy interesante. Me sentí muy identificada. Espero leer una así pero de paises en los que no se habla español. Para ver como sería en cuanto al tema de la comunicación. Me encanta que hayan encontrado la forma de vivir viajando y que sea juntos, Asi es mas fácil. Yo por ahora viajo sola.
Saludos! Buenas rutas!

¡Hola Andrea! Gracias por tus palabras. Seguramente después de que pasemos más tiempo en Brasil podamos reflexionar sobre el tema idiomático o en la Guayana Francesa. ¡Ya lo escribiremos! ¡Buenas rutas para vos también, seguramente tendrás mucha gente que te acompaña en el camino!

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