Si bien en este momento, diciembre de 2016, llevamos más de 21 meses de vida itinerante, el que se va, fue nuestro primer año calendario completo de esta nueva vida. Por eso queremos compartir cómo fue este 2016 en fotos. Estamos a punto de terminar el año y repasando todo lo vivido, recordamos cómo nos sentimos 366 días atrás cuando pasábamos nuestro primer Año Nuevo como viajeros.
Así fue el 2016 en fotos
Definitivamente fue un año intenso. Lo empezamos en Chile, en San Pedro de Atacama. La época más calurosa del año en el desierto más seco del mundo. Paisajes espectaculares y siestas profundas.
A los pocos días de comenzar el 2016 entramos a Argentina, principalmente para resolver unas cuestiones bancarias. Estuvimos en uno de los lugares más bellos de nuestro país, Purmamarca. En menos de 48 horas hicimos el Camino de los Colorados, comimos asado, milanesas y facturas y presenciamos el Encuentro Nacional de Copleros.
Pero el paso por nuestra tierra fue breve. Rápidamente llegamos al paso de La Quiaca-Villazón, para cruzar a Bolivia.
Tupiza fue nuestra primera parada, con poco trabajo y mucha incertidumbre nos dedicamos a un poco a turistear caminando por los alrededores de la ciudad. También a observar mucho porque todo los llamaba la atención: las cholitas, la comida, el transporte, los horarios, los mercados y la inexistencia de los supermercados.
De ahí fuimos a Tarija, en donde nos empezamos a enamorar de Bolivia. Disfrutamos mucho de caminar por la ciudad y de los mercados super coloridos.
Una de las noches las pasamos en medio de la montaña, a mitad del Camino de Pujzara, el mal llamado Camino del Inca de Tarija. Fue con Hernán y Duygu, nuestros únicos anfitriones de couchsurfing en Bolivia.
La Villa Imperial de Potosí fue nuestro próximo punto. La historia densa de ese lugar nos dejó reflexionando. Muchas cosas: las minas, la historia, la altura. Bolivia nos empezaba a impactar.
De la riqueza histórica nos fuimos a la riqueza natural del Salar de Uyuni. Aunque llegamos en época de sequía, disfrutamos plenamente de conocer el desierto de sal más grande del mundo.
En Chuvica, un poblado en medio del salar, conocimos a Doña Goya, dueña del hostal donde dormimos.
Visitar Uyuni, nos dio la posibilidad de pasar noches en medio de la nada y sentirnos chiquitos en medio de tanta inmensidad.
De la riqueza natural nos fuimos a la riqueza cultural de Oruro, en donde vivimos en carne propia el famoso carnaval. Disfrutamos de lo lindo: los colores, la música, la alegría, la devoción. Nos indignamos con lo feo: la basura, la desorganización, la especulación.
Cansados de tanta celebración nos fuimos a instalar y a trabajar por un mes a La Paz. Tuvimos un departamento, una cocina y un placard. Trabajamos de nuevo en una oficina, a la que íbamos un par de veces por semana. Hicimos amistades, de esas que van a durar mucho. Y volvimos a celebrar. Esta vez nuestro primer año de viaje.
Nos invitaron a conocer una ruta gastronómica con identidad y así nos fuimos al Valle de los Cinti por tres días. Conocimos muchas personas con las que más tarde íbamos a trabajar.
De nuevo en La Paz, nos fuimos a Yanacachi, en donde pudimos empezar a llevar adelante nuestro proyecto educativo en dos escuelas de la región.
Tiwanaku fue nuestro siguiente destino. Allí tuvimos una semana de duro trabajo con la Red de turismo comunitario Markasataki. Ayudamos a emprendedores a resolver algunas problemáticas de la comunicación y recibimos a cambio charlas íntimas y momentos de mucha calidez.
Nos despedimos del altiplano y nos fuimos para el Trópico de Cochabamba. Allí pasamos unos días trabajando junto a la Mancomunidad de Municipios de la región.
Disfrutamos mucho de la naturaleza.
En Chimoré tuvimos una de las situaciones más bizarras del año. Esta pareja quería que le saquemos fotos a su hospedaje y que le hagamos publicidad a cambio de… nada.
Ahí, mientras planificábamos nuestros próximos pasos, nos sorprendió el destino. Y por una de esas cosas que sabíamos que podían pasar, pero no queríamos que pasen, volvimos a Buenos Aires a hacer una despedida especial.
Nuestros días en Buenos Aires fueron grises y los repartimos entre Don Torcuato y Caballito. Costa del Este fue el escenario de una despedida eterna. En Pinamar terminamos de juntar fuerzas para volver al ruedo.
Y eso hicimos en San José de Chiquitos en donde lentamente recuperamos el ritmo.
Santa Cruz de la Sierra fue el escenario de dos semanas de mucho trabajo. Casi internados en un departamento solo nos dedicamos a trabajar, ver la Copa América y a vivir la simpleza de la cotidianeidad.
Cuando nos estábamos por despedir de Bolivia apareció una oportunidad laboral en Trinidad. En realidad fue una oportunidad de vida, la oportunidad de conocer personas increíbles y reencontrarnos con amigos.
De trinidad volvimos a la Chiquitania, pero esta vez nuestro paso fue fugaz. En solo tres noches recorrimos mucho.
Y llegamos a Brasil. A Corumbá, en donde hicimos una parada de varios días para descansar, pensar y organizar nuestros próximos pasos.
Los próximos pasos fueron intensos, Juegos Olímpicos y familia en una ciudad maravillosa: Río y sus alrededores. Después, la vida cotidiana.
Desvirtualizamos relaciones con colegas viajeros.
Y un día, después de un mes y medio, dejamos Río de Janeiro. Y dejamos el mar. Nos fuimos a la Ciudad Imperial, Petrópolis.
Y empezamos a internarnos en el corazón brasileño, en Minas Gerais. Primero en Ouro Preto.
De ahí fuimos a Belo Horizonte, la capital minera, que nos regaló un bello horizonte y la mejor gastronomía brasilera.
Seguimos subiendo por el centro del país hasta llegar a la Capital: Brasilia. Un flash.
Después de dos semanas y cuatro hogares, cortesía del couchsurfing, nos fuimos para Bahía. Entramos por Barreiras y supimos que los bahianos son especiales.
Si bien nos costó, llegamos a Lençóis y nos volvimos locos con la Chapada Diamantina. Mucha naturaleza, caminatas y gente super cálida como toda la del estado de Bahía.
Y locos de contentos nos fuimos para Salvador. Hicimos y reencontramos amigos. Volvimos al mar, aunque no mucho a la playa. La historia del Pelourinho nos retuvo entre sus calles.
La playa la empezamos a disfrutar en Maceió. Se terminaron las ciudades inmensas, los museos y las actividades culturales. Nos entregamos en cuerpo y alma al mar.
Fuimos por dos noche. Nuestra anfitriona y la naturaleza nos trataron tan bien que que nos quedamos un poco más.
Igual nos tuvimos que ir a Maracaípe. A lo de un italiano, que se crió en suiza, vive en Brasil y se casó con una brasileña. Y ahí conocimos a un argentino que creció en españa, que viaja con una española que nació en Ecuador. Ambos hablan catalán. Y como nosotros, están viajando por un sueño.
El siguiente trayecto fue corto. A Porto de Galinhas. Trabajamos mucho, nos despejamos tomando mate en la playa y nadando en las piscinas naturales.
Seguimos a Pipa donde tuvimos los mejores días para disfrutar de la playa. Amamos sus acantilados, sus playas con plea y bajamar y sus delfines.
Próxima playa, Jericoacoara. Mate y atardecer, el clásico de los clásicos. Mucho viento, mucho calor y mucha paz.
Parnaíba fue una parada obligada. Muy divertida y en buena compañía.
Barreirinhas fue el preámbulo de un mundo de arena.
Atins fue el mundo de arena. Aunque fuimos en época seca y no había lagunas, el comienzo de los Lençóis Maranhenses es ahí.
De ahí más de un día de viaje nos fuimos a Belém. Nos preparamos para el cruce del Amazonas y para la salida de Brasil.
En Macapá abrazamos al Amazonas, alcanzamos el Hemisferio Norte y nos despedimos de Brasil (aunque sea por unas semanas, en el 2017 volveremos a entrar).
Y como quien no quiere la cosa, antes de que termine el 2016, llegamos a Francia, pero en Sudamérica.
Este fue nuestro 2016 en fotos, y acá estamos dándonos cuenta de que pasó un año completo, de enero a enero y que avanzamos mucho, no solo en la geografía, sino también en la realización de nuestros sueños.
¡Salud y un gran 2017 para todos!
¿Les gustó nuestro 2016 en fotos? ¿Qué foto les gustó más? Esperamos tu comentario.
Que año fructífero en cuanto a paisajes y buenas compañías.
Brindo por el 2017 y lo que más me gustó fue la Chapada Diamantina y los Lençois Maranhaenses de arena blanca.
¡¡¡Que sigan trayectoriando con éxito !!! y Feliz Año Nuevo!!!
Los quiero
Brindemos. Que buen gusto tenés! Sin duda esos dos fueron dos de los lugares que más nos sorprendieron. Quizás porque no sabíamos nada de ellos hasta que llegamos a Brasil. Feliz año!
La foto de La Paz con todas esas luces es hermosa !! Salud, Buen 2017 !!!
Si!!! Es de nuestras preferidas. ¡Feliz 2017!
hola!! que bellos que son, amè cada una de sus fotos y cada palabra de ustedes resultò ser un mimo a mi alma y a mi corazòn….gracias por llevarme con ustedes de viaje, …
Hola! Gracias a vos por venir con nosotros. Cada palabra tuya también lo fue para nosotros. Abrazo viajero
Chin chin!
Salud! Y qué foto te gustó más?